Mr. Obama ha batido en toda regla a Mrs. Clinton en Carolina del Sur pues la ha más que doblado en cantidad de votos. En un tercer vergonzante lugar aparece el candidato de la izquierda demócrata, Edwards. Parece lógico pensar que la carrera por la nominación en el Partido Demócrata será entre la señora Clinton y el señor Obama.
Ambos llegan muy igualados al "supermartes", cinco de febrero. Cada uno de ellos ha ganado en dos circunscipciones: la señora Clinton en New Hampshire y Nevada y el señor Obama en Iowa y Carolina del Sur. La victoria de Mrs. Clinton en Michigan no es significativa dado que en ese Estado no se presentaron Mr. Obama ni Mr. Edwards. Pero hay una diferencia importante: las victorias del senador por Illinois son más holgadas que las de la senadora por Nueva York. En New Hampsire la distancia entre los dos candidatos fue de unas tres décimas y en Nevada, aunque la señora Clinton obtuvo más votos, el señor Obama se llevó más delegados. En estas condiciones todas las opciones están abiertas, como dicen los yankees y el señor Obama puede ganar la nominación como puede hacerlo la señora Clinton. Lo lleva claro Mr. Obama pues de aquí al cinco de febrero puede pasar cualquier cosa; hasta que vuelva a aparecer el señor Clinton atacándole y haciendo campaña en favor de su mujer y con el fin de retornar a la Casa Blanca, esta vez como primer esposo.
¿Cómo no van a despertar interés las elecciones en los EEUU si por primera vez en la historia puede ganarlas una mujer o un negro? Lo curioso de este enfrentamiento es que la señora Clinton, que se presenta como feminista, ocupa en esta relación el territorio que normalmente ocupan los hombres: es la mayor de los dos, la que acumula más experiencia, la que reside en una gran ciudad y la que representa los intereses creados de las maquinarias electorales de los partidos.
Si el "supermartes" gana el señor Obama, habrá ganado el sentido de rebelión frente al establishment del partido. Todo muy moderadamente, desde luego. Pero, mira, menos da una piedra.