Esta crisis ha sido y está siendo la más publicitada de la historia. Empezó a manifestarse en el mes de agosto pasado y, desde entonces, los diagnósticos son siempre los mismos: los culpables son los préstamos basura en los EEUU y su posible repercusión en otras partes de este mundo globalizado. Como nadie sabe quién está pringado y nadie se fía de nadie, los bancos no se prestan entre sí con lo que lo primero que se produce con la crisis es una falta de liquidez en los mercados. Intervienen entonces los bancos centrales inyectando dinero en el sistema pero esas intervenciones sólo contribuyen a aumentar los nervios, ya camino del pánico, pues las bolsas entienden que la situación está peor de lo que suponen ellas mismas. Hasta aquí fórmulas de manual de cómo provocar una crisis.
El asunto se pone serio cuando es el Presidente de los EEUU quien ofrece un "paquete" de medidas correctoras básicamente fiscales. En minutos de conocerse la intención presidencial, los valores empezaron a caer de nuevo, caída que sólo se detuvo al cierre de la bolsa neoyorquina, en la esperanza de que, al reabrir hoy, martes, las cosas se hubieran canalizado.
Pero eso es imposible a estas alturas. Las cosas no se canalizan, la desconfianza es universal, no hay crédito y el escenario es de pánico. Hoy será otra jornada aciaga en las bolsas europeas, aguardando lo que haga la neoyorquina. Y supongo que la neoyorquina hará lo que las otras: bajar, a la espera del general Desplome, equivalente al general Invierno en las campañas de Rusia, salvo que la Reserva Federal haga algo heroico.
Decididamente parece haber dos sectores afectados, el financiero y el inmobiliario. Es decir, la famosa burbuja inmobilaria ha estallado, igual que en su día hubo una crisis, si bien muy moderada en comparación con ésta, cuando estalló la burbuja de las empresas puntocom. Es el sector inmobiliario porque es el que ha estado más mezclado con el financiero, esto es, ha sido el campo preferido del capital financiero para hacer sus operaciones. Y, dentro del sector inmobiliario, me parece que las víctimas de esta crisis serán las personas hipotecadas porque van a descubrir que se empeñaron por un bien que ya no vale lo que valía cuando ellas querían comprarlo; es decir, personas que pueden encontrarse en la situación de no poder seguir pagando la hipoteca si suben los tipos de interés y tampoco redimirla porque el precio del inmueble por el que la firmaron ha bajado un veinte o un treinta por cien.
(La imagen es la fachada de la bolsa de Nueva York, foto de Wallyg's Photostream. Licencia Flickr.)