Qué pena ese joven muchacho, Raúl Centeno, de veinticuatro años. Supongo que este asesinato es la respuesta en caliente a la reclamación de Batasuna de ayer o anteayer, cuando pidió algún tipo de reacción a lo que considera una provocación con atropello de que le metan a su gente y allegados en la cárcel por decisión judicial. Indudable atropello a las euskolibertades, indignante humillación a la legendaria raza vasca que está pidiendo venganza a gritos; por ejemplo, matar a alguien de un tiro en la cabeza. Sobre todo, si está desarmado. Un timbre de gloria más que añadir a la heorica leyenda de esa caterva de asesinos y psicópatas que es ETA. Viva la civilización. ¡Qué alto hemos llegado los seres humanos! ¡A qué nobles empeños entregamos nuestras vidas! Especialmente las de los demás.
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