diumenge, 2 de desembre del 2007

Dos elecciones interesantes.

Hoy hay dos votaciones muy importantes en lugares tan distintos como Rusia, donde se elige a los 450 escaños de la Duma y Venezuela, donde se celebra el referéndum acerca de la reforma constitucional que propugna el señor Chávez.

No quiero entretenerme mucho sobre esta votación en la república sudamericana, que luego dicen que la tengo tomada con el señor Chaves que, a su vez, la tiene tomada con el Rey. Si es cierto que el dicho atorrante ha amenazado con nacionalizar el Santander y el BBVA en Venezuela, puede verse la estameña de su liderazgo. Sí señor, puro estilo de caudillaje montaraz; el "socialismo del siglo XXI" y las leyes de la historia. ¿Que otro mandatario te ofende? Se nacionalizan los bienes de sus compatriotas al mejor estilo criollo y aquí paz y después Organización Mundial del Comercio y seguridad jurídica de las transacciones.

Por lo demás, acerca del contenido concreto del referéndum tengo poco que decir. Está prevista una reforma socialista de la Constitución que crea formas nuevas, colectivas, de propiedad, y que amplía los derechos laborales y sociales de los trabajadores. Me parece de perlas. Y tampoco me parece mal que se reforme la Constitución para suprimir la limitación de mandatos del Presidente de la República; creo que ese es un asunto que la gente debe decidir y si la gente, libremente, decide votar siempre al mismo baranda, bueno va.

Lo que me parece mal de la pretensión del señor Chávez es eso de cambiar las reglas del juego a su favor en mitad de la partida. Es un acto de prepotencia y una falta de elegancia propia de chusquero. Si la Constitución de 1999, que es la suya, prevé límite de dos mandatos al presidente, lo lógico es cumplirla y sólo luego pedir su reforma; no pedir su reforma cuando más pueda uno beneficiarse, en clara quiebra del fair play que, aunque a muchos no se lo parezca, es el alma viva de la democracia.

En el otro hemisferio aparece Rusia que hoy elige a los 450 diputados en la Duma para cuatro años con un sistema electoral proporcional puro pues ya no hay escaños de atribución directa en mayoría simple. En estas elecciones se discute si el partido del presidente Putin, Rusia Unida, alcanzará el setenta por ciento de los votos necesario para emprender a solas la reforma de la Constitución. Pero el antiguo funcionario del KGB parece tener las cosas más amarradas que el caudillo latinoamericano. Con más de trescientos escaños al día de hoy (obtuvo 224 en las elecciones de 2003; el resto le han venido de cambalaches y trasfuguismos) Rusia Unida es prácticamente un partido hegemónico. Los demás, caso de que consigan superar la barrera legal del siete por ciento, apenas cuentan, siendo el grupo más numeroso en la Duma actual el comunista, con 52 escaños. El conjunto de ellos, con muchos menos escaños por partido, es políticamente irrelevante pero alguno mediáticamente pintoresco. Por ejemplo, el Partido Liberal del ultranacionalista agresivo Jirinovski, al que todo el mundo toma por un payaso, pero que tiene quinientos mil afiliados, más del doble del Partido Comunista de Gnadi Ziudanov; éste ha de conformarse hoy con ciento ochenta mil afiliados, cuando el Partido Comunista de la Unión Soviética llego a tener veinte millones. Cosas veredes, tobarich Ulianov...

Rusia Unida, presumible ganador de los comicios, y al que Putin ni siquiera pertenece formalmente, es el partido de los nuevos ricos, los empresarios beneficiados por el desmantelamiento de la economía socialista en connivencia con los ex-funcionarios del "otro" partido (el "fetén", el PCUS) para llevar a cabo su fechoría; la oligarquía, en una palabra que, teniendo en abundancia lo que hoy se necesita en Rusia, esto es, dinero, puede prescindir de lo demás: plataforma, ideario, programa electoral. Con un millón setecientos mil afiliados, desde millonetis a nóminas enteras de las grandes empresas privatizadas a los amigos, Rusia Unida hace la campaña electoral a golpe de talonario, consignas breves y medios espectaculares: "¡Votad el plan de Putin!" se lee por doquier. ¡El "plan"! palabra mágica en la Rusia postcomunista. Y ¿cuál es el plan de Putin? Pues mucho más claramente que el de Chávez, perpetuarse en el poder y por medios ras-putinianos (get it?), es decir, sin que lo parezca.

Siendo irrepetible el mandato ¿en qué se notará el triunfo de Vladimir Vladimirovich teniendo en cuenta que en marzo de 2008 hay elecciones presidenciales a las que él no puede presentarse? Hay dos opiniones mayoritarias. Según la una, Putin, presidente cesante, se calzará el cargo de presidente del Gobierno, al que ya se verá si se atribuyen más competencias, incluso mediante una reforma de la Constitución pero, a partir de ahí el puesto importante será el del gobierno. La otra es que Putin accede al cargo de presidente del Gobierno y, luego, el presidente electo de la República dimite. En este caso, al no existir el puesto de Vicepresidente, el heredero es el presidente del Gobierno quien pasa a serlo de la República y aquí tenemos de nuevo a Vladimir Vladimirovich flamante presi por otros ocho añetes. Lo único que se requiere en ambos casos es encontrar un candidato Presidente lo suficientemente pendejo para aceptar ser un figurón al lado del que verdaderamente manda. Y eso es siempre un juego peligroso en el dédalo del poder.

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