En conmemoración del cincuenta aniversario de El séptimo sello, el Círculo de Bellas Artes (CBA) tiene un ciclo de Ingmar Bergman desde el tres al treinta de diciembre en el que se proyecta toda su filmografía. Las pelis vienen en sueco subtituladas en un español espantosamente traducido del inglés. Pero están todas y es muy grato ir a verlas porque el cine del CBA es muy cómodo y, aunque el viejo Bergman tiene sus fans, la sala no se llena.
Ayer estuvimos viendo Fresas salvajes que mira que es absurdo el título pues nosotros no reconocemos esa categoría sino la de "fresas silvestres" que es básicamente lo mismo, pero más acompasado a la naturaleza del fruto en cuestión. La historia del viejo profesor Isak Borg, que viaja por carretera de Estocolmo a Lund para recoger una distinción académica es una típica road movie. Por cierto puede verse que en 1957, fecha de la peli, en Suecia aún se conducía por la izquierda, peculiaridad que, si no me equivoco, ha quedado reducida a Gran Bretaña. Conducir es lo único que los británicos hacen por la izquierda sin vacilar un instante desde el origen de la circulación rodada al día de hoy.
En el camino, el profesor Borg repasa su existencia en un estado de vigilia y realismo o en estado de sueño e ilusión, alternativamente. En esa hélice de realismo y alucinación, el viejo médico descubre cosas que le permiten explicarse a sí mismo. La serie de escenas de ilusión que hacen al protagonista recrear un verano de cuando él y sus primos y hermanos convivían en vacaciones en una casa de campo al borde de un lago recuerdan mucho el teatro de Chejov y la sutileza de los matices. Hay una escena de almuerzo de toda la familia con las indescriptibles mellizas francamente espléndida.
La serie de alucinaciones comienza con la narración de un sueño que parece un homenaje al Buñuel del Perro andaluz y se complica, se hace más barroca por así decirlo cuando los rasgos de una muchacha que Borg y su nuera recogen de camino en autostop le recuerdan los de la prima de la que estuvo enamorado el adolescente Isak Borg, siendo correspondido, aunque no por mucho tiempo. La joven va acompañada por dos mozos de su edad que se pasan el viaje discutiendo cuestiones metafísicas.
Esa distinción permite al profesor Borg, finalmente reinterpretar su pasado y replantear todas sus relaciones, desde las que tiene con su vieja criada, su anciana madre hasta las que le unen a su hijo y a su nuera.
El montaje es verdaderamente maestro, alternando dos exteriores muy distintos: uno real, de ahora mismo, hecho de carretera, gasolineras, la casa de la madre, etc y el otro que tiene lugar en un vagaroso reino de ilusiones en el que él puede entrar y salir, a veces sin ser visto; otras, siéndolo. La interpretación del viejo lobo del cine sueco, Victor Sjöstrom, es una auténtica proeza. A su lado la hermosa Ingrid Thulin hace un papel de apoyo, de réplica o copratogonista, de segundo actor sin el cual el protagonista tendría que hablar en voz alta consigo mismo cosa que, en cualquier caso hace, y que es frecuente en los personajes de Bergman.
He encontrado la primera pesadilla de Borg en You Tube, así que aquí la dejo para disfrute del personal en este largo finde de la Constitución. Y que se vea si es o no El perro andaluz. Si no ando equivocado, hasta en el carruaje.
¡Qué gran peli Fresas salvajes!