Dos peligros del Movimiento Vasco de Liberación Nacional: el espontaneísmo y la excesiva confianza.
El espontaneísmo. Hace unos días, a los compañeros Saioa Sánchez y Asier Bengoa López les salieron unos pikoletos al camino y, viendo que iban desarmados, decidieron realizar una ekintza por su cuenta y riesgo, sin contar con la organización, sin mediar trabajo preparativo, de modo espontáneo. Es un grave error. Es cierto que les dieron su merecido a los pikoletos, pero luego se quedaron sin cobertura, carecían de logística de apoyo y en cuatro días los atrapaba un operativo gigantesco de la Gendarmerie. Esto es una locura. Los gudaris caen ya tan rápido que no da tiempo ni a ponerles un mote. Y estos dos, que parecían balines: una tal Sánchez y un tal López probablemente deban a su sangre maketa eso de precipitarse. Unos vascos de pura cepa no hubieran sido tan rápidos ni tan expeditivos. O sí, poco importa.
En todo caso, hay que entender que no está el horno para bollos y, si no pueden suprimirse las ekintzas autónomas (pues ya se sabe que la noble sangre vasca no consigue dominarse cuando la posible víctima está desarmada) sí se puede tratar de evitarlas no realizando más que las acciones en que haya cien por cien de seguridad. Como eso es imposible, hay que admitir el empleo de los recursos con un porcentaje de riesgo, en forma "racional". Minimizar el riesgo propio es también lo racional. Las fuerzas de seguridad y autonómicas son peligrosas si van armadas. Lo que ha de hacerse en tal caso es rendirse y tirar el arma. Hay que conservarse para la organización y para una Euskal Herria libre y socialista.
La excesiva confianza. Esto que está pasando no debiera estar pasando. Nunca habían caído tantos militantes de la organización, nunca se habían desmantelado tantos talleres de distintas actividades. Algo sucede. Hemos de afrontar la dura posibilidad de que entre nosotros, los nobles hijos de esta tierra, haya algún traidor o que lo sea alguno de los afuereños que han venido de lueñes partes a vasquizarse. Que tenemos un infiltrado de la policía entre nosotros.
Debemos recordar que las funciones de todos los agentes del enemigo son espiar y boicotear el esfuerzo de que se trate y uno de sus boicoteos más temible es el derrotismo, la idea de que no podremos vencer al enemigo. De esta forma la manera de combatir a los espías y boicoteadores es no hablando y estando muy vigilantes a cualquier signo sospechoso. El problema aquí, si tenemos agentes infiltrados en la organización es que estas recomendaciones puedan ser una provocación (que es otra de las finalidades de estos agentes) de los mismos agentes.
Más aun: ¿quién asegura que este número de Zutabe no está redactado por un equipo traidor? ¿Quién asegura no ser él mismo un traidor?