divendres, 9 de novembre del 2007

La casa encantada.

Las viejas fórmulas casi nunca fallan. Una de ellas es la de la "casa encantada", fundamento de esta peli española, El orfanato, opera prima de Juan Antonio Bayona, muy premiada por ahí fuera y que, al parecer, compite por el óscar a la mejor peli extranjera de este año. ¿Quién dijo que aquí no se podía hacer una suculenta peli de terror?

Acostumbrado a un cine español cuyo argumento era un tío de pueblo con una boina de visita en la capital durante los años del take off o los problemas de un matrimonio progre en los ochenta del siglo pasado, esta peli de Bayona parece de otro planeta. Y lo es en buena medida porque rompe con toda forma de casticismo y se mueve en un género universal que es el de la haunted house.

Están de enhorabuena los amantes del cine con puertas batientes por el viento, escalones crujientes, casones desvencijados, sótanos siniestros, espejos misteriosos, luces que menguan, desvanes repletos de cachivaches inquietantes, golpes en las paredes, figuras que aparecen y desaparecen entre los relámpagos de las tormentas, pasillos oscuros, galpones llenos de telarañas, máscaras o primeros planos con una luz oscilante. El director es un maestro y no nos ahorra una sola de las escenas típicas del género, culminando con unas vistas generales de una casa señorial del XIX en la costa cántabra con un faro y una gruta que la marea anega cuando sube. Firma completa de narración gótica. Espero que haga mucha taquilla y le den el óscar.

En cuanto a la trama, la cosa es de otro jaez, ya que se parece mucho a la peli de Amenabar, Los otros, con Nicole Kidman. Casi es una remake. Pura casa encantada igualmente, con una mezcolanza entre el mundo de los vivos y el de los muertos. Belén Rueda, que es muy notable actriz, no tiene comparación con Nicole Kidman y al marido de la primera le ocurre lo que al marido de la segunda, que aparece y desaparece, si bien en el caso de El orfanato por deficiencias del guión.

Una última cuestión sobre las figuras de niños en las narraciones de terror, algo muy socorrido a fuerza de eficaz. El contraste entre alguna forma desconocida del mal y la candidez infantil suele ser espeluznante. La fórmula mágica que puso en marcha Henry James con Otra vuelta de tuerca. El director Bayona riza el rizo porque muestra abundancia de niños, reales o ilusorios, hermosos, repelentes, con el síndrome de Down o alguna complicada prótesis. El colmo del intríngulis es ese Tomás que lleva una capucha que a veces recuerda la de El hombre elefante.

Enviar este post a Menéame