Ayer estuve viendo la peli de Andrew Dominik, El asesinato de Jesse james por el cobarde Robert Ford. Mi primera lectura fue "Robert Redford" y me quedé algo sonado. Tuve que releerlo. La película está muy bien, aunque es demasiado larga y no se me ocurre cómo podría abreviarse. Quizá reduciendo planos cortos de miradas y rictus y algún resoplido que otro. Pero, mejor pensado, la reducción de planos no nos permitiría seguir tan de cerca los procesos psicológicos, especialmente de Jesse y de Robert. Y eso es muy característico de la peli, en la que estos se alternan con planos generales de cielos distorsionados, como en la pintura expresionista, para hacernos sentir en la atmósfera del "viaje interior", de cómo Jesse va hundiéndose en una especie de delirio de desconfianza que le hace sospechar de todo, para averiguar demasiado tarde que no era delirio.
La vieja leyenda de Jesse James, el Robin Hood estadounidense, aparece ahora un poco con la estética gótica del nuevo Western, al estilo de Tumbstone. Brad Pitt hace una interpretación extraordinaria y Casey Affleck (Robert Ford) apoya muy bien, aunque tenga tendencia a sobreactuar. La historia no se interrumpe con la muerte de James, sino que prosigue en una especie de coda, dedicada a contar la vida de los Ford después y, siendo tan grande el contraste entre la leyenda que enseguida se forjó y lo sórdido de la realidad en que aquella desembocó, cómo llegaron a escenificar su traición y muerte por los teatros de ciudad en ciudad, intérpretes de sus propios papeles. La pregunta que atraía a los espectadores era: ¿cómo pudieron hacerlo los Ford? Y esa misma pregunta llevó a Bob Ford a un destino que no esperaba.
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