Publicóse la esperada sentencia del 11-M y armóse la de San Quintín. A los fallos en procesos con repercusión política les sucede como a los resultados electorales. Nadie pierde. ¿Creería Vd. que esa pieza irreprochable de rigor jurídico tendría el acatamiento universal al dejar en su lugar la confusa cuanto delirante maraña de sospechas, alambicadas especulaciones, siniestras insinuaciones con que cuatro desaprensivos y el principal partido de la oposición estuvieron aburriendo al respetable durante tres largos años, esto es, en el ridículo? Ni hablar. Ahí siguen, impertérritos, hablando de la "autoría intelectual" de un primo suyo, diciendo que hay que seguir investigando y embarullando con las bolsas, la kangoo, el Skoda Fabia y el ADN del gato. Dicen que la sentencia les ha dado la mitad de la razón desde el momento en que no condena a nadie por "autoría intelectual", tipo desconocido en el código penal. Como en las elecciones. Nadie pierde.
(Entre nosotros). No entiendo que la absolución de El Egipcio sea un error sino el resultado de una interpretación judicial que, si peca de algo es de garantismo, que es muy hermoso pecar. Si alguien quiere condenar al presunto, que sea una instancia superior. En todo caso, si lo condenan, no podrá ser por "autoría intelectual" ni tampoco, es de suponer, por desear la luna.
La sentencia ha sido como una señal de fuego lanzada a las baterías de la nave capitana y buques de acompañamiento. Empezó a cañonear el señor Rodríguez Zapatero hace un par de días, pidiendo a los obispos que pongan coto a la COPE, que está sembrando la división entre los españoles. Creo fueron sus palabras, más o menos.
Veamos. Siempre he sostenido que algunos medios de comunicación en España, como la COPE y El Mundo son detestables. En España no hay prensa amarilla porque está disfrazada de prensa respetable. Son medios lanzados a la espiral de la agitación, la desestabilización, medios que no paran barras en ningún tipo de límite moral, deontológico o de simple fair play, pero los demás les han ayudado a mantener la superchería de que son empresas dignas, probablemente por miedo. Porque ésta es mala gente....
Pero vivimos en un país libre, donde todo el mundo puede decir lo que quiera y amplificarlo por los medios como le parezca siempre que no contravenga el código penal. La COPE y El Mundo (entre otros) tienen derecho a decir lo que quieran y si a alguien no le gusta la forma o el fondo, con no escuchar ni leer, asunto concluido. En una economía de libre mercado los consumidores determinan el producto. Si esos medios son como son (yo lo sé de oídas y leídas lejanas) es porque tienen público. Si no lo tuvieran, cambiarían. Vaya si cambiarían. Y, para no cambiar, tendrían que buscarse una subvención, cosa también frecuente que apenas se disimula detrás de las concesiones de licencias de radio TV con el criterio del amiguismo.
El presidente del Gobierno puede decir misa y es, además, una injerencia en los asuntos internos de empresas privadas. Ya hay otros que lo han secundado. El muy religioso señor Durán i Lleida ha lamentado que la Iglesia no sea "capaz de abortar una emisora que crea discordia". Me parece un poco extraño para dicho por un católico y teniendo en cuenta que tomo la noticia de Libertad Digital, pues nada, con un grano de sal. El escándalo del señor Durán suena en el coro de los que se rasgan las vestiduras sosteniendo que la COPE no sigue la senda del Evangelio, del Jesucristo bueno, manso, todo amor y entrega. Pues claro que no. Pero ¿cuándo ha hecho eso la Iglesia? Desde el capítulo del Gran Inquisidor en Sevilla en Los hermanos Karamazov, ya todo el mundo sabe que la Iglesia católica no tiene nada que ver con Cristo. "Tomamos la espada de César y, al hacerlo, rompimos contigo y nos unimos a Él". "El" no es César, sino el Espíritu Eterno, Absoluto, el diablo, que tentó a Cristo tres veces. Pues si la Iglesia está con el diablo no veo por qué le reprochan que no se acuerde de los Evangelios.
De todos modos, la COPE ha reaccionado en el terreno laboral, con un comunicado en el que respalda la libertad de expresión de sus colaboradores, aber natürlich, sí señor, me ha encantado a fuer de partidario de esa libertad que considero fundamental. Cierto, no vi ni un solo comunicado parejo de la COPE durante el franquismo y allí sí que la libertad de expresión valía menos que un chicle masticado o una ñorda de buey. Pero mejor es tarde que nunca. Defendemos juntos la libertad de expresión de la COPE y El Mundo frente al mundo. Cierto, igualmente, convendría también defenderla frente a la COPE, cadena donde hay listas negras de comunicadores, según declaró en su día doña Mari Cruz Soriano, cuando salió tarifando de la emisora.
La libertad de expresión, sin embargo, no es absoluta. Ningún derecho es absoluto, como sabemos hasta los más lerdos. Hay un limite universal de los derechos que son los derechos de los demás. Pero eso es lo que ya estipula el código penal. Que los señores de la COPE y El Mundo digan y escriban lo que quieran (que lo harán mientras haya gente que los escuche y ¡pague por leerlos!) y, si cometen algún delito, que los procesen y llegado el caso, los condenen. ¿A qué? A la cárcel, dice el señor Gustavo Vidal, hermano de don César Vidal en un artículo en El Plural, en el que razona que, si los tribunales siguen condenando al señor Jiménez Losantos en las varias querellas por injurias y calumnias que se le han acumulado, deben condenarlo a pena de cárcel y no sólo de multa, para que la condena tenga un valor intimidatorio y disuasorio. ¡Caramba con los dos hermanos! Voy a tener que cumplir mi promesa de escribir un post sobre el cainismo de toda relación fraterna.
En resumen, no se puede pedir el cierre de un medio de comunicación por motivos de opinión y se debe garantizar la libertad de expresión incluso a quienes si pudieran la abolirían. Y esto vale para todos los periódicos salvo que se pruebe que hayan sido elementos auxiliares en la comisión de delitos.