dijous, 18 d’octubre del 2007

Menos da una piedra.

Prefiero una ley de la memoria histórica pacata que abra la puerta aunque sea tímidamente al justo resarcimiento de tantas víctimas de la guerra civil iniciada por los fascistas españoles y de la posterior represión de la dictadura a que no haya ley alguna, con lo que las canalladas cometidas por los franquistas seguirían en el oscuro olvido y la frustración de quienes directa o indirectamente las padecieron aun aumentaría más. Decididamente, prefiero una ley corta a una no ley que es lo que la derecha española actual (directa descendiente de los franquistas, pues fue fundada por un exministro de Franco) pretende, con el habitual apoyo de esa extrema izquierda (ERC en este caso) que coincide con aquella so pretexto de que, no siendo la ley que ella quiere, prefiere que no haya ninguna.

Una ley insuficiente se puede modificar, mejorar, perfeccionar en su paso por el Parlamento. La no ley, situación que deja impune la barbarie franquista, no se puede tocar porque no existe. Dentro de las posibles mejoras cabe señalar alguna. Por ejemplo, parece ser pretensión del legislador "despolitizar" por entero la Basílica de Cuelgamuros y el Valle de los Caídos para hacer de ellos un monumento que honre a todas las víctimas de la guerra civil. Es un piadoso propósito pero se me ocurre que sería mucho mejor convertir la basílica en un museo de los horrores del franquismo. Esa sería una de las mejores formas de honrar a las víctimas. Sería además ilustrativo y pedagógico para las generaciones futuras.

Me parece estupendo que se obligue a los ayuntamientos a retirar todos los recordatorios de aquella guerra y de los criminales que gobernaron España en los casi cuarenta años siguientes. Fuera las plazas del Generalísimo, de José Antonio, del dieciocho de julio. Fuera la parafernalia de la Dictadura. Me permito recordar que el primero que hay que quitar es el Arco de la Victoria que hay en Moncloa, en Madrid y en el que todavía se encuentran las dos inscripciones en latín que justifican y ensalzan al franquismo, asegurando que fue el reconstructor de la Ciudad Universitaria cuando, en realidad, había sido su destructor. Ese: "Munificentia regia condita ab hispanorum Duce restaurata, etc, etc es una vergüenza.

También me parece de perlas que los hijos y nietos de los exiliados a causa de la guerra consigan la nacionalidad española si así lo quieren. Al fin y al cabo es una mera restitución de un derecho que les fue arrebatado contra toda razón.

Y lo que sería estupendo y bien podría salir del Parlamento sería una condena explícita y sin paliativos del franquismo y la declaración de nulidad de todas las sentencias de sus tribunales en los procesos políticos.

Es importante averiguar por qué dan tantasseñales de inquietud los del PP cuando se abordan estas cuestiones. Dice el señor Mayor Oreja que no condena el franquismo y el señor Acebes lo ampara. Naturalmente, no pueden condenar tal cosa porque hacerlo sería como condenar sus orígenes. ¿Cómo va a condenar el franquismo el señor Fraga Iribarne que era ministro de Franco en 1963, cuando se dio por enterado y no hizo nada por evitar el asesinato de Julián Grimau? ¿Cómo va a hacerlo el señor Aznar, un admirador de José Antonio Primo de Rivera? ¿Y cómo el señor Rajoy, hechura política del señor Aznar, a su vez hechura política del señor Fraga?

Las razones de la derecha para oponerse a esta ley de la memoria son pura demagogia que queda patente en cuanto se examinan:

Que la ley divide de nuevo a los españoles. Como si eso les importara mucho a los sucesores ideológicos de quienes iniciaron una guerra contra las instituciones legales, poniendo a unos españoles frente a otros con las armas en la mano.

Que reabrirá viejas heridas ya cerradas. ¿Quién puede dar por cerradas las heridas que dejan la tortura y el asesinato de seres queridos a manos de unos delincuentes sino es quienes las padecieron y que, al contrario, hoy más que nunca, se afanan por encontrar los restos de aquellos en las fosas comunes y las cunetas de los caminos?

Hay que mirar el futuro y no al pasado. ¿Por orden de quien? ¿Y quién es el señor Rajoy para decir a dónde hay que mirar y obligar a hacerlo al futuro? ¿El mismo que dice que no se puede discutir la nación española porque es la más antigua de Europa y que realizó grandes gestas en el pasado?