diumenge, 15 de juliol del 2007

A traición.

De escuchar a los políticos España está llena de traidores y la traición reina por doquier. Empezó como suele el señor Aznar diciendo que el Gobierno había "traicionado" el espíritu de Ermua. Gobierno, pues, traidor. Siguió la señora De la Vega en rueda de prensa posterior al Consejo de Ministros respondiendo que fue el señor Aznar quien traicionó a los españoles llevándolos a la guerra en el Irak. Aznar, pues, traidor. Ayer contestaba a su vez el señor Zaplana insistiendo en que es el Gobierno el que ha traicionado a los ciudadanos. Gobierno, pues, retraidor. Revueltas vienen las aguas preelectorales.

El concepto de traición tiene dos acepciones, una amplia y otra estricta. La amplia es la que da el DRAE, definiéndola como

"Delito que se comete quebrantando la fidelidad y lealtad que se debe guardar o tener."
Lo llama delito pero, obviamente, no en un sentido estrictamente penal. Más o menos, es el que le daba Aznar, al hablar de traición al "espíritu de Ermua". Muy amplio, desde luego, porque traicionar un espíritu es cosa harto problemática. Es, si se quiere, el sentido muy abstracto del famoso cuadro de Magritte que habla de la traición de las imágenes que, aun reproduciendo la realidad, no son la realidad.

Luego, la vicepresidenta del Gobierno, señora De la Vega, agudizó la acusación al decir que fue el señor Aznar quien traicionó a los españoles en el Irak y lo hizo porque aquí ya se maneja la segunda acepción, estricta, de traición, la contenida en el Código Penal, arts. 581 y sigs., que sitúa el delito de traición en los conflictos armados en los que España sea parte.

El señor Zaplana parece haber vuelto a la acepción amplia aznarina, al acusar de nuevo al Gobierno. Pero, por si alguien tiene dudas acerca de si el PP o alguien significado del PP ha acusado directamente del delito de traición a los socialistas, transcribo un párrafo del blog del señor Alejo Vidal Quadras en un post titulado Alta traición:

"Por tremendo que suene, un análisis objetivo de la conducta del Presidente del Gobierno en relación al nuevo Estatuto de Cataluña nos conduce a una conclusión pavorosa, pero ineludible: José Luis Rodríguez Zapatero está cometiendo alta traición.
No traición, como dicen el cuadro de Magritte o el señor Aznar, sino "alta traición". La traición es un comportamiento especialmente odioso en un político, dado que consiste en quebrantar la lealtad que debe profesar hacia la Patria; es como cuando se acusa a un juez de prevaricar. Se trata de delitos que podríamos llamar "profesionales", puesto que consiste en ir en contra de la profesión, entendida ésta como lo hacía Max Weber, como "vocación". Si los políticos se entrellaman "traidor", son ya pocos los insultos que puedan dedicarse. En todo caso, bien claro está que es la derecha la más proclive el empleo de estas palabras gruesas. Con ellas se hace punto menos que imposible un debate político civilizado.