dimecres, 4 d’abril del 2007

Bienvenido, Héctor.

20:55 del día 3 de abril de 2007: a los 20 minutos de comenzar la representación de Marat-Sade que habíamos ido a ver al María Guerrero en la versión de Alfonso Sastre, y cuando los locos del asilo de Charenton daban mayores saltos en el escenario y Carlota Corday acometía su primer intento de asesinato de Jean Paul Marat, l'ami du peuple, Celia me dijo que sentía contracciones.

21:20. Ingresamos por urgencias en el Hospital del Rosario, sito en la madrileña calle del Príncipe de Vergara, antes General Mola, antes Príncipe de Vergara.

21:50. Sometida la ingresada a las correspondientes pruebas, se observa que las contracciones son muy agudas y se producen a intervalos muy breves, de 2 a 2,5 minutos.

22:20. Nos adjudican una habitación en el hospital, puesto que el parto es inminente.

22:50. Visto que la parturienta ha roto aguas, no da tiempo a ir a la habitación y el ginecólogo de guardia ordena que la preparen y le administren la anestesia epidural.

23:20. La parturienta ingresa en el quirófano.

23:50. Da a luz un precioso niño (lo digo con toda la objetividad de padre) que pesa 3.950 gramos, mide 52 cm y, andando el tiempo, responderá al nombre de Héctor. De la buena salud del niño y la feliz madre da prueba la primera foto, obtenida minutos después del alumbramiento.

Del contento general de los padres y la alegría con que el pequeño Héctor es recibido la da la segunda foto. La calidad de ambas deja bastante que desear desde el punto de vista técnico, pero siempre he pensado que lo importante es que quede testimonio de los momentos grandes en la vida, sin que sea tan necesario que ese testimonio tenga alta calidad tecnológica.

Disculparán lxs lectorxs la alteración del ordinario curso del blog. Estaba preparándome para largar un bonito rollo sobre Peter Weiss y el Marat-Sade en la visión del señor Sastre que, por cierto, no estaba gustándome (ya el hecho de que presente un Marqués de Sade treintañero me pareció un desatino) cuando, de pronto, la naturaleza tomó las riendas de mi vida y me forzó a dedicarme a cosas más importantes y trascendentales.

Mañana, business as usual en el mentidero de Palinuro.