dimarts, 3 d’abril del 2007

Savater.

Había leído el artículo de Savater ayer en El País llamado Los ideólogos del carnaval, que no me pareció justo, y estaba pensando postear algo sobre él manifestando mis discrepancias cuando me enteré de que los detenidos del comando Donosti lo estuvieron vigilando con el ánimo que cabe imaginar.

Cuantas veces se diga serán pocas: mientras haya violencia, intentos de asesinatos, asesinatos, coacciones, sólo cabrá cerrar filas en contra de quienes recurren a esos métodos, los amparan, se benefician de ellos o los toleran. Frente al terrorismo de cualquier intensidad no puede haber diferencias entre lxs que no lo aceptamos. Y que no recomience la murga de que hay otra violencia ("estructural" la llaman) porque en un Estado democrático de derecho ese es un argumento para canallas y estúpidos a partes más o menos iguales.

Por supuesto, la vida de Savater es tan valiosa como la de un agente de la ertzaintza, uno de la guardia civil o un concejal de pueblo. No hay, pues, en la indignación que suscita esa intencionalidad asesina ningún espíritu gremial o elitista. Hay simplemente un rechazo sin paliativos a la amenaza dirigida contra un hombre valiente que lucha por sus convicciones y defiende sus ideas (con algunas de las cuales no estoy de acuerdo) mediante la palabra y de modo pacífico. Exaspera ver con qué estólida contumacia se mantienen estxs asesinxs en su empeño de acallar a tiros el pensamiento, de sembrar el terror en torno suyo, el miedo a hablar, a manifestar el criterio propio. No van a conseguir el fin último que dicen perseguir, esto es, la independencia y el socialismo para el País Vasco o Euskal Herria; pero eso no parece preocuparlxs mientras puedan lograr su fin inmediato de acobardar a una sociedad entera, someterla por el terror, quebrar su fibra moral, encanallarla, que es como está hoy la sociedad vasca.

Eso es lo que quieren porque, de otro modo, ya habrían puesto fin a tanto crimen, cosa que sólo depende de ellxs. Lo que pretenden es mantener atemorizado al pueblo al que afirman defender con la misma lógica implacable que las mafias. No tengo duda de que muchxs de quienes dicen apoyar o comprender la actividad de ETA dirían algo muy distinto si no tuvieran el miedo metido en los huesos, miedo que creen disimular dando goras a Euskadi y pidiendo la autodeterminación a gritos. Decía Napoleón que el valor es la única cualidad que no puede fingirse; sensu contrario el miedo tampoco puede ocultarse.

Hablaba Savater en su artículo del asfixiante clima que existe en el País Vasco para todxs aquellxs que no son nacionalistas vascxs y que, por supuesto, tienen perfecto derecho a ser nacionalistas españolxs, apátridas o lo que deseen. Ciertamente, siempre, siempre, siempre será un misterio para mí cómo alguien dice ser de izquierdas y tolera que se aterrorice, se coaccione o se asesine a otras personas por pensar lo que les plazca y decirlo como se les antoje. Que eso se haga en nombre de un ideal de emancipación me resulta incomprensible. Y no digamos el intento de justificar el terror en nombre de nuestrxs ideales a base de invocar el terror de lxs otrxs.

Todxs somos Savater.