dimarts, 13 de març del 2007

La tregua del presunto criminal de guerra.

La tregua del PP y la del PSOE>

Mi amiga Amalia Rubio, profesora de la Universidad de Aguascalientes, México, me ha enviado una presentación, que incluyo, sobre las diferencias que se dieron entre la tregua de ETA con el PP y con el PSOE. Merece la pena porque es un resumen muy bien visto tanto del doble rasero del partido conservador como del carácter tendencioso de los medios de comunicación de la derecha. Basta con pinchar sobre la imagen para que se abra el albúm de Picasa que luego puede visualizarse como proyección de diapositivas. La enseñanza más evidente de la presentación es que lo que está permitido al PP está prohibido cuando lo hace el PSOE.

En otro orden de cosas, ayer aplaudía y me solidarizaba con la petición de un ciudadano de que se procese al señor Aznar por crímenes de guerra. Hoy tengo que hacer lo mismo con la denuncia presentada por el diputado de Izquierda Unida, don Antonio Romero, que interesa la acción del Ministerio Fiscal con el mismo objetivo.

No sabemos qué recorrido tendrá tan ejemplar petición, pero no es de recibo la generalizada actitud derrotista de que estas cosas nunca prosperan. Ciertamente, no prosperarán si no se intentan. Recuérdese la incredulidad con que se saludó la decisión que hace años tomó el juez Garzón de imputar al General Pinochet la comisión de diversos delitos. Se dijo entonces que algo asi no había sucedido jamás y que, en cualquier caso, implicaba una actuación ultra vires del juez en cuestión, esto es, una actuación en un terreno en que carecía de competencia. Recuérdese que éste fue el punto de vista que sostuvo la fiscalía de la Audiencia Nacional en la persona del fiscal Fungairiño. Igualmente contrario -y muy mal avisado- fue el criterio de don Felipe González, quien señaló que los tiempos de las colonias ya habían pasado, como si se tratase de justicia colonial.

Sin embargo, contra tanta agorería, la decisión del juez surtió efectos en el Reino Unido y puso al dictador Pinochet en una difícil posición. Tanto que, al final fue preciso hacer uso de la prerrogativa política para impedir la acción de la justicia. Primero vino la intervención de la señora Thatcher, que salió en defensa del señor Pinochet en agradecimiento por vergonzosos favores realizados por éste a Inglaterra durante la guerra de las Malvinas.

Y, luego, la del ministro del Interior laborista, Jack Straw, quien liberó a Pinochet del arresto domiciliario amparado en un informe médico según el cual el dictador no soportaría una extradicción. El dictador volvió así a su país. Lo que había empezado como una aparente extravagancia de un juez español terminó con Pinochet teniendo que hacerse pasar por inválido o perturbado con el fin de eludir la acción de los tribunales. Aquel episodio tuvo un valor simbólico muy considerable y abrió la vía a posteriores acciones judiciales en Chile que hubieran acabado con el genocida entre rejas, de no haber fallecido antes.

Así es como se hacen las cosas. Así es como puede hacerse en este caso. Nunca veremos a los responsables de crímenes de guerra, en medida similar a como lo hayan podido ser Milosevic, Husein o Himmler, ante los tribunales si no empezamos por pedir que comparezcan ante ellos. Se dice a veces que no corresponde por cuanto un gobernante como el señor Aznar no es un tirano de origen. Tampoco lo era el señor Milosevic, quien había sido electo para el cargo. Los tiranos también pueden serlo por ejercicio. Un gobernante legítimo puede tomar decisiones injustas, incluso delictivas y deberá responder por ellas, como se estaba exigiendo la responsabilidad deMilosevic cuando también la muerte vino a ponerlo a salvo de la justicia de los seres humanos.

En todo caso, recuérdese , además, que comparecer ante un tribunal de justicia, lejos de ser un desdoro, puede suponer una ocasión para que resplandezca la inocencia del/a acusadx.Nadie que no haya ido contra la ley tiene nada que temer, en principio, de un tribunal de justicia.Por lo demás, estoy seguro de que la derecha entenderá a la perfección la vía que ha tomado el diputado señor Romero, ya que es ella la más aficionada a la judicialización de la vida política.

En realidad, el asunto es muy sencillo: se trata de que los tribunales dictaminen si declarar una guerra criminal y de rapiña que está causando un problema de genocidio es o no un crimen. Si lo es, como no puede quedar crimen impune, los responsables habrán de sufrir el condigno castigo.

Así que enhorabuena al diputado señor Romero. Una vez más han estado los del PSOE algo blandos. Dicen que Aznar y Rajoy deben pedir perdón por la guerra del Irak. Si han de pedir perdón (cosa que no veo tengan la menor intención de hacer) será porque hayan hecho algo mal y, si es así, que vayan a los tribunales.