Definitivamente, no hay que entretenerse mucho en la fracasada manifa de la derecha de ayer y pasar a los asuntos de verdadero interés, cual es el tercer aniversario del monstruoso atentado del 11 de marzo en Atocha. La derecha convocó la citada manifa precisamente para tratar de que no se hablara de un hecho tan triste y luctuoso, del que son responsables directos unos terroristas sanguinarios e indirecto un Gobierno dirigido por una persona capaz de jugar con el destino de sus compatriotas para complacer al amo del imperio y que ha recogido luego el fruto de su negligencia e ineptitud en forma de un jugoso contrato de asesoría de un magnate extranjero. Un Gobierno del que también formaban parte los señores Acebes, Zaplana y Rajoy, precisamente los que más vociferan contra el actual.
En esta rememoración hemos de tener muy presente el extraordinario mérito de la señora Manjón, una madre que ha surgido del anonimato a impulsos de la desgracia y que ha sabido dar muestras de una integridad, un valor, una conciencia cívica y un sentido de la justicia nada común en los tiempos que corren. Una mujer que se ha sobrepuesto a las burlas y chanzas de la peor gentuza de la (¿extrema?) derecha, al torpedeo de las instituciones regidas por políticxs que no simpatizan con ella, y a la injusta competencia de alguna otra asociación de víctimas que actúa como correa de transmisión del PP.
Esa rememoración se produce asimismo en el momento en que el desarrollo de la vista oral del proceso por la masacre ha puesto ya de manifiesto las patrañas, alucinaciones y mentiras con que los periodistas al servicio del PP han intentado enturbiar el esclarecimiento de los hechos, pretendiendo asentar una interpretación de estos que, violentando la verdad, diera la razón ex post a las alambicadas y capciosas construcciones con las que el Gobierno del PP en 2004 trató no ya solamente de eludir su responsabilidad por negligencia en el monstruoso atentado sino, también, de instrumentalizarlo al servicio de sus intereses electorales a base de engañar a la opinión pública con una impudicia sin parangón.
Un recuerdo a las víctimas inocentes de la vesania terrorista y de la negligencia de un Gobierno empeñado en una guerra criminal, y un sentido homenaje a quienes durante estos años han venido luchando por la memoria de aquéllas.