divendres, 5 de gener del 2007

Dizque moción de censura.

El director de ABC lanzaba la idea a mediados de diciembre, que el PP interpusiera una moción de censura en el Congreso. Pedro J recogía la noticia en Navidad. Hubiera podido cantar el villancico de la moción de censura. Debieron de dejarlo para Reyes y ETA los madrugó. Ahora, la derecha quiere la convocatoria de elecciones anticipadas, a cuenta del fracaso de la política antiterrorista del Gobierno. En realidad, el PP se ha pasado la legislatura pidiendo elecciones anticipadas porque nunca dio por bueno el resultado de marzo de 2004. Prima facie parecería que ahora hay razones mas que suficientes para esperar esa convocatoria. El razonamiento parece muy simple y los panegiristas de la derecha se asombran de que la opinión no lo dé ya por descontado. ¡Qué falta de espíritu democrático! Si un político se compromete con un proyecto y ese proyecto fracasa a mitad del mandato, ¿para qué quiere la otra mitad el político? Lo que debe hacer es irse a su casa.

El asunto sería correcto si la gente viera la bomba de ETA y la ruptura de la tregua como un fracaso del Gobierno. Pero no es así. Todo el mundo culpa a ETA y no al Gobierno, excepto, claro es, los políticos del PP y sus estrechos colaboradores en los medios. Sin embargo, esa acusación tiene límites muy claros...y peligrosos. Si tan convencido anda el PP de que la legislatura está agotada y el gobierno noqueado y sin proyecto, sólo necesita presentar la moción del art. 113 de la Constitución.

Tal era el ánimo de los señors Zarzalejos y Pedro J. Y la idea no era tan estúpida como la del señor Antonio Hernández Mancha, Presidente fugacísimo de Alianza Popular, el protopartido del que salió el PP, que la presentó en 1987 contra un gobierno que tenía mayoría absoluta. Como dicha moción sólo prospera si cuenta con esa mayoría, la esperanza de que lo hiciera era de cero. Hernández Mancha la justificó por la necesidad que tenía, él personalmente, de adquirir visibilidad ya que, siendo senador, no podía hablar en el Congreso de los Diputados, que es donde se cuece el bacalao. Hernández Mancha esperaba asimismo obtener una alta rentabilidad en términos de reconocimiento público de su figura, al modo en que lo había conseguido Felipe González con una que presentó a Suárez en 1980, si bien en esta última, la moción tenía una posibilidad aritmética, no política, de salir pues el Gobierno de UCD no contaba con mayoría absoluta. En efecto, en aquella ocasión, el debate mostró al país a un político de empuje e ideas en alza, González, y uno desconcertado y en baja, Suárez.

La situación es ahora similar: el gobierno del PSOE no tiene mayoría absoluta y, por tanto, es imaginable que pudiera tenerla la hipotética moción del PP. Sin embargo no es creíble que la derecha presente dicha moción porque, sobre no ganarla se evidenciaría algo sumamente destructivo, esto es, que el PSOE añade diputados suficientes de otras formaciones para que sus 164 diputados alcancen los 176 de la mayoría absoluta, pero el PP no pude sumar ninguno a sus 148 porque nadie quiere aliarse con él; está aislado. Y, precisamente, esa es la condición de la moción de censura y por eso se llama "constructiva": el que la presenta ha de proponer a su vez un presidente del Gobierno alternativo y esa es la cuestión, que a favor del señor Rajoy como Presidente del Gobierno, seguramente votarían sus 148 diputados, pero ni uno más.

En cuanto al efecto psicológico de la moción, aunque se pierda, sólo hay un modo de entender el objetivo de la propuesta de los señores Zarzalejos y Pedro J. a favor de la moción: los dos quieren quitar del medio a Rajoy, perdedor nato.

Por eso está tan claro que el PP sigue sin estar interesado en hacer política en sede parlamentaria y prefiere hacerla en la calle. Desde luego, es más vistoso y, además, se estiran las piernas.