dimecres, 10 de gener del 2007

Derecha e izquierda.

Mi amigo Javier Paniagua, de quien hablo en este blog de vez en cuando, ha publicado un artículo en El Mundo del País Valenciano tratando este sempiterno asunto y, en cierto modo, reconociendo que la fractura, divisoria, separación, hiato, cleavage fundamental que ha venido dando sentido a la política mundial desde la revolución francesa, la tensión entre una derecha y una izquierda, está empezando a carecer de sentido.

Desde luego, si uno examina a las derechas españolas tal cosa parecería ser cierta, al menos en lo que hace a ellas mismas: ya no quedan, no hay gente de derechas en España, todo lo más, al decir de algunos, hay gentes de centro-derecha y, desde luego, "liberales". Las derechas de toda la vida se han hecho ahora "liberales".

Es una situación pintoresca: por mala que sea la situación de las izquierdas, estas rivalizan por el nombre y no es difícil asistir a divertidas controversias en que unas izquierdas acusan a otras de no serlo "de verdad". Las izquierdas tienen el orgullo de su nombre. Las derechas, no. Hasta quienes dicen que las derechas deben actuar "sin complejos" aseguran no ser de derechas, sino "liberales". No hay nada malo en ello. Cada cual se pone el nombre que quiere. Pero, cuando se usurpa una marca de fábrica, los resultados pueden no ser enteramente buenos.

Ciertos sectores de la izquierda también parecen ir por ese camino de ocultar sus raíces y su pasado. Muy claramente, el discurso de la "Tercera vía" quiere ser, en efecto, una vía entre la izquierda tradicional y la derecha. Un nuevo centro, como lo llamaban los alemanes de Schröder, Die neue Mitte; y otro equívoco. Desde los tiempos de Duverger sabemos que eso de los centros suele ser episódico, ocasional, oportunista e inestable. No existe el centro en política. Todos los intentos de partidos "centristas" (desde el Zentrum alemán a la UCD española, pasando por el MRP francés) han fracasado. Lo que existen son derechas e izquierdas radicales y moderadas; derechas e izquierdas que, cuando son moderadas -o a ello les obliga la dura realidad- tienen que formar grandes coaliciones, como en Alemania actualmente o en Austria durante buena parte de la postguerra, cubriendo así el centro. Centro derecha y centro izquierda son posibles, dependiendo del grado de integración de la sociedad; pero siempre, en último término, son y serán derecha e izquierda.