dimecres, 10 de gener del 2007

La tregua está a la legua.

Ya han hablado todos. Ayer lo hizo ETA, y, luego, el ministro español del Interior. Ahora ya sabemos a qué atenernos. Previamente al comunicado de ETA, el señor Otegi hizo una de esas declaraciones que parecen del oráculo de Delfos y que huelen a pactadas previamente con la organización armada en la que pedía a ETA que mantuviera la tregua iniciada el 22 de marzo pasado. Tanto la délfica petición como la posterior declaración etarra, atentan de tal modo contra el normal sentido común que parecen decisiones patafísicas que se hubieran tomado en la corte del Rey Ubu. ¿Mantener una tregua reventada hace diez días con un bombazo que ha reducido a ruinas un estacionamiento y acabado con dos vidas humanas? ¿Qué tregua? Y ¿a quién están hablando? Supongo que a sus respectivas clientelas, que parecen ser la misma, única, imagino, capaz de encontrar la lógica a esa proposición.

Dos cuestiones, extraídas de lo mucho que ya se sabe sobre conflictos, negociaciones y pacificaciones. La una hace referencia a los requisitos que estos procesos deben cumplir. Cualquiera que se haya informado, así sea superficialmente, sobre los dichos procesos de pacificación sabe que el primer paso que los negociadores han dar, antes de empezar nada, es el conocido como "medidas generadoras de confianza", esto es, actividades que vayan creando un clima de mutua confianza. Es muy difícil que me siente a una mesa contigo si pienso que todo lo que dices es mentira y que, en cuanto me descuide vas a pegarme dos tiros, y viceversa. Con esta bomba, ¿qué grado de confianza suscita ETA? ¿qué verosimilitud tienen sus afirmaciones? Cuando dice "que siga la tregua", quiere decir (ni se ha molestado en desmentirlo) que por tregua entiende un proceso en el que se se reserva el derecho a poner bombas donde y cuando le plazca. Merdre! que diría Ubu (a la derecha, en un dibujo del creador, Alfred Jarry, en 1896). Estos chicos carecen de crédito e inspiran tanta confianza como una serpiente (su animal totémico) de cascabel hambrienta.

La segunda cuestión se aborda en la hipótesis del juego de dos jugadores y suma no cero que vengo utilizando en este proceso. La tregua existirá, si los de Ubu/ETA lo dicen, pero del proceso no queda nada. Y, efectivamente, ambas partes han perdido. Ya dije en su momento que habíamos perdido todos pero, en estricta teoría de juegos, han perdido los dos jugadores. Decir ahora que la tregua y el proceso siguen, si el Gobierno quiere, pienso, no lo diría ya ni Ubu (más abajo, otro dibujo de Jarry, de 1904). Desde el comienzo se veía que la estrategia del gobierno en el juego era la de fortalecer su posición recurriendo a la "restricción de alternativas" (esto es, uno de los jugadores dice que hay ciertas cosas que no puede hacer por fuerza mayor). Es posible que el Gobierno se pasara de listo en dicha estrategia (y también lo es que el señor Rubalcaba lo hiciera a propósito para reventar el proceso sin que se le pudiera acusar a él de hacerlo) pero está claro que venir a estas alturas con una petición como la de ETA es chocar de nuevo con la "restricción de alternativas" pero no ya como estrategia, sino como pura realidad. Este gobierno tiene bastante trabajo tratando de sobrevivir al fracaso de las negociaciones y no es ni remotamente imaginable que encuentre apoyo para una actitud como la que solicita ETA, de continuación del proceso. El gobierno no tendría apoyo para una actitud de ese tipo, barrunto, ni en su propio partido.

Père Ubu/ETA: hay que encarar la realidad. Te has cargado el proceso de paz. Todo el mundo te agradecerá que mantengas la tregua pero es impensable que ésta dé paso a negociación alguna. Salvo, claro es, que mañana (u otro día cercano) haya una declaración complementaria por la que abandonas definitiva y verificablemente las armas.