dissabte, 27 de gener del 2007

Chateando.

Ya sé que soy un zopenco, pero nunca me había tomado en serio esto del chateo. Chateo en el sentido de internet, claro, porque in un altro tempo, no crean, no hace tanto, en el centro del páramo del espíritu que por entonces se llamaba España, chatear era ir de chatos por las tascas. Hoy no quedan tascas ni se sirven chatos o yo no me entero. Pero el verbo se ha reacomodado y ha conseguido sobrevivir, mutando de significado y realquilándose en el barbarismo chat.

Ahora la cosa me pilló escuchando con devoción las cuatro Lieder de Beethoven "A la amada distante", que es como traduciría yo An die ferne Geliebte, frente a las versiones al uso, de "a la amada ausente" y "a la amada lejana" por parecerme que incorpora ambos significados. Estaba en ello, dejándome llevar por el piano, cuando se introdujo un ruido indefinible que tardé en identificar, hasta que lo hice y me encontré chateando con Inés, al otro lado del charco.

Esto del chateo, escritura casi a ritmo de voz, "en tiempo real", vamos, tiene su miga. Llevo tiempo observando algo obvio: que está modificando la gramática a toda pastilla, la ortografia, la sintaxis... sometidas a las urgencias de un lenguaje que ha de expresarse a la velocidad del pensamiento. Eso está claro pero ahora he comprobado que obliga también a pensar más rápido y a hacerlo también en el lugar del/ otrx. En fin, supongo que lxs lingüistas estarán muy contentxs con un objeto de estudio tan abigarrado y multiforme en un proceso tan acelerado de cambio.

Consigo entender la fascinación que los chats despiertan en lxs chavalxs: probablemente sean lo más cercano a dos (o más) cabezas, esto es, ánimos, espíritus, funcionando en consonancia, intercambiando energía en forma de pura información. Una especie de hermandad, de cofradía en la red. Con lo que atrae a las almas jóvenes todo lo que sea unirse, compenetrarse, fundirse, perderse en el/a otrx, de estos chats puede salir cualquier cosa, como se ve por las noticias: hasta canibalismo, que es la forma más radicalmente materialista de compenetrarse.