Estaba escuchando la obertura del Tannhäuser en el programa de Araceli González Campa, en Radio Clásica, y tratando de terminar un libro muy interesante del que espero hablar en próximas fechas, cuando, navegando por El País, doy con la noticia de que el Ayuntamiento de Salamanca no va a despojar a Franco del título de "Alcalde perpetuo", que le concedió en 1964. No sé si la Universidad llegó a retirarle el de doctor honoris causa, como se planteó hace unos meses o las autoridades académicas han decidido ahorrarse disgustos posponiendo la decisión. Si ya se ha consumado el expolio, Franco, Franco, Franco seguirá siendo alcalde perpetuo, pero desdoctorado. El PSOE había presentado una moción extraordinaria desalcaldándolo también, pero el PP, mayoría absoluta en la capital del plateresco, votó en contra. Claro.
La foto de la imagen representa a Franco abrazado a otro soldado al que Salamanca también podría nombrar algo dada su decisiva intervención en el anecdotario de la ciudad, el general Millán Astray. En la foto, tomada en África, ambos jóvenes amigos lucen la estrella de comandante. Millán aún no ha creado la Legión, aunque ya iba uniformado al gusto legionario. Compárese con el atildado Franco.
Este Millán está en el origen de la famosa frase de Unamuno, Venceréis, pero no convenceréis, que el Ayuntamiento ha hecho suya para encabezar su resistencia a la decisión sobre el archivo de la guerra civil, con gran escándalo del progresismo intelectual de la Peninsula. Estas gentes del PP no tienen arreglo: ¿cómo se atreven los herederos del franquismo (probado queda) a emplear la frase con que acertadamente los juzgó quien se enfrentó a ellos? Pues sencillamente, porque en aquel acto célebre en el paraninfo de la Universidad de Salamanca, un 12 de octubre de 1937, día de la Raza, sucedió lo que todo el mundo sabe; pero su significado es distinto al que se ha consagrado en la imaginación popular.
Después de haber pasado por diversas ideologías, Unamuno apoyó el alzamiento militar del 36, de palabra y obra, y estableció cordiales relaciones con Franco. A su vez, Millán Astray no era un militarote asnal e iletrado, sino un hombre muy culto, que había traducido del japonés un libro sobre el código bushido, o código del guerrero. Los dos se conocían, se odiaban y aprovecharon la feliz ocasión para insultarse en público estando básicamente en el mismo bando. Unamuno demostró gran valor, desde luego. Pero Millán, tuerto y manco, lució caballerosa moral de bushido cuando lo dejó marcharse, acogido a la protección del brazo de una señora, Carmen Polo de Franco.
Leo en El País que en 1982, la ciudad de Salamanca otorgó el mismo título de "alcalde perpetuo" al Rey Juan Carlos, si bien con carácter vitalicio y de modo excepcional. "Perpetuo" y "vitalicio" no son estrictamente contradictorios, pero casan mal. En todo caso, el asunto plantea un problema de congruencia: ¿puede una ciudad tener dos alcaldes perpetuos? Si sólo hay uno vivo, en principio, puede tener mil. Incluso si no hay ni uno vivo. Pero sólo así.
No obstante, la situación con la doble alcaldía perpetua a favor de Franco y de Juan Carlos es como una metáfora sobre la restauración de la dinastía Borbón en España y la sombra que sobre ella se cierne. Juan Carlos fue nombrado alcalde perpetuo de Salamanca por ser Rey, y es Rey porque lo designó Franco como sucesor a título de Rey; el mismo Franco cuya sombra no le permite ahora tener la plenitudo potestatis de Vara Mayor de Salamanca a perpetuidad vitalicia.