dissabte, 11 de novembre del 2006

CIUTADANS.

No hay relación entre la fuerza parlamentaria de Ciutadans, con sus tres diputados y la cantidad y calidad del debate que han generado. He leído varios artículos sobre el nuevo partido y multitud de comentarios en los blogs de aquí y de allí, incluido éste, donde un amable lector preguntaba si yo tengo información sobre la financiación del partido.

Apenas aparecido, el partido ciutadans se echó encima a la izquierda, que lo acusó de extrema derecha, y a la derecha que lo hizo de partido de pijos y cantamañanas. Las insinuaciones sobre financiación sospechosa forman parte de la acrimonia generalizada. Mi información no pasa de la que ofrecen los medios y de conocer personalmente a algunos de los organizadores. Entiendo que la cuestión de la financiación no es importante. El partido parece haber arrancado con la colaboración entusiasta de sus militantes y, ahora que forma parte del sistema político, tiene acceso a la financiación pública y está sometido al control de cuentas con lo que, si hay financiación opaca, se sabrá.

Interesante me parece el aspecto ideológico. Se trata de un partido monotemático (la lucha contra el monopolio institucional y social del nacionalismo catalán) y cuyas otras propuestas parecen propias del centro izquierda, incluso de un partido radical. Esa lucha contra lo que llaman el "régimen" nacionalista -desde un pretendido "no nacionalismo" que más me parece nacionalismo español- tiene claros ribetes "antisistema", populistas: la clase política catalana (90% a favor del nuevo estatuto) va a lo suyo, a espaldas de unos ciudadanos (5% a favor del dicho estatuto) que quedan desamparados frente al "régimen".

En principio, como todos los discursos populistas, éste tiene gancho en sectores descontentos, concretamente, los ciudadanos que se sienten españoles en Cataluña, que son de izquierdas, pero que creen que las izquierdas catalanas son antes catalanas que izquierdas. Obviamente, mientras sólo trate de ser una fuerza testimonial que dé razón de su lucha en el monotema (hablando en español en el Parlament, por ej.) también caben españoles de derecha y de extrema derecha. Eso ya no sería posible si el partido tuviera que gobernar. Pero no es el caso.

Al mismo tiempo, es un populismo inteligente, de intelectuales. No se ensalza el espíritu del Uomo cualumque del populismo italiano de la posguerra, sino el del ciudadano, consciente de sus derechos. A esa índole intelectual se añade el importante aporte teatral que supone la participación de Albert Boadella. En su honor, el cuadro de Thomas Couture, Pierrot el político. Precisamente ese aporte explica la aparente paradoja que señalan los panegiristas del invento: tres diputados para un partido que apenas hizo campaña. Pero eso no es enteramente cierto: el partido no se ha publicitado a través de los cauces tradicionales, pero sí y masivamente a través de los nuevos. El desnudo del cartel de la campaña lo reprodujeron muchísimos medios, el partido ha tenido el apoyo de relevantes personalidades de fuerte tirón mediático, como Gotzone Mora o Savater, cuenta con uno de los blogs más visitados en la blogosfera española, el de Arcadi Espada, en el cual se colgó el célebre video de Boadella explicando que iba a limpiarse el culo con la prensa catalana. Todo eso fue campaña.

Los populismos no son fácilmente encajables en el esquema izquierda/derecha porque los hay de izquierdas, de derechas y de ambas al tiempo. Lo significativo del populismo es la oposición al conjunto del "sistema", contando con la paradoja de que, para hacer tal oposición, ha de constituirse en un partido dentro del sistema. Ahora, a verlos moverse.