En las dos fotos correspondientes a los dos actos políticos de ayer con que se ilustra este post, puede verse la entraña de esta mentira.
Así como puede verse la del sucesor del corrupto Rajoy, el demagogo Sánchez, cuando habla de que Catalunya está dividida más o menos al 50%, que está fracturada, enfrentada entre sí y que lo que deben hacer los catalanes es hablar entre ellos. De nuevo las fotos prueban claramente que este pobre hombre, carente de una sola idea, se rige por las machadas del catalanófobo Borrell. El nivel mental de Sánchez no da para más.
Ayer, dos docenas de provocadores y chulos de C's, encabezados por la insoportable cotorra catalanófoba, Arrimadas, y el jayán tabernario Carrizosa, se presentaron e Amer, a ver si conseguían su propósito de sembrar cizaña y dinamitar la normal convivencia de un lugar. Porque lo que estas tres derechas (PP, C's y Vox) pretenden a toda costa es crear el clima de tensión y violencia que denuncian. Pero la gente no hace ni caso a la Arrimadas (llamada la "montapollos") y los comercios cierran sus puertas a su paso. Como si fueran apestados. Y lo son: apestados de odio, de rabia, de indignación al comprobar que nadie los quiere. A otras personas, esta glacial recepción les hubiera hecho reflexionar, pero no a estos matones, que no pueden reflexionar porque no tienen con qué. Y, cuando lo tienen, es para provocar, insultar y llevar la crispación a Catalunya. Mala gente. Muy mala gente. Se ganaron el Tortosa que les hicieron.
El lenguaje de este post puede parecer duro, pero digan ustedes qué calificativo merece un puñado de chulos que va un sábado a alterar la vida tranquila de un pueblecito pacífico, a armar bronca, molestar y destrozar mobiliario simbólico urbano, a ver si consiguen que algún ciudadano le parta la cara a la hija del policía de Franco, como su padre se la partía a los "rojos" indefensos. Así podría poner el grito en el cielo (más de lo que lo hace habitualmente) y pedir feroz represión en Catalunya.
En otro lugar del principado, en Barcelona, más de 200.000 personas se manifestaron en favor de los presos políticos, en contra de la farsa judicial berlanguiana del Supremo y por la autodeterminación. 200.000 personas son bastantes más que las 45.000 que reunió en Madrid el domingo pasado el cómico trío de trogloditas y las dos docenas de provocadores que anduvieron media hora (no pudieron aguantar más el desprecio de la gente) por las calles de Amer, como si fueran los forajidos del tren de las 15: 10.
La distancia es inmensa. Sánchez puede seguir mintiendo, aconsejado por el catalanófobo Borrell, un tipo sin escrúpulos, un socialfascista de manual, que se ha hecho cargo de la propaganda y la guerra sucia del exterior de la tiranía española contra los catalanes. El arrogante sujeto ha montado una camarilla de sinvergüenzas y vividores, desechos de otros partidos, como Irene Lozano, o macartistas sin categoría como Ignacio Torreblanca y secuaces, capaces de cantar en gregoriano los embustes más fascistas del gobierno, siempre con cargo a los fondos públicos que pagamos todos, incluidos los catalanes, a quienes estos sicarios menosprecian e insultan
Catalunya, dice Sánchez, está fracturada. Catalunya, dice Sánchez, está enfrentada en dos mitades, incluso en el seno de las familias, dice Sánchez. En Catalunya el independentismo no es mayoritario, dice Sánchez, sin permitir una consulta que aclararía el asunto definitivamente. Los catalanes, dice Sánchez, deben hablar entre sí. Este conjunto de falsedades y embustes no puede habérsele ocurrido a Sánchez solo porque no le da el caletre. Es el infame destilado de los más virulentamente unionistas y catalanófobos de su gobierno, como Calvo, Celáa o Borrell y de los cipayos con que cuenta en Catalunya como Iceta.
Ignoro cómo estos "asesores" y otros igualmente incompetentes administrarán a Sánchez la noticia de que los matones de C's, a los que él corteja como posibles aliados, no fueron capaces de intercambiar palabra alguna con los habitantes de Amer (vaya con el diálogo) que, todos a una ("todos a una", sin divisiones, Sánchez) les dieron la espalda y los ignoraron. Y tampoco sé cómo le presentarán la noticia de que 200.000 catalanes salieron a la calle a decirle que, en contra de lo que él simula creer, la autodeterminación no es un delito sino un derecho.
Un derecho que estamos ejerciendo en Catalunya pese a quien pese en España y garantizará la liberación de nuestros políticos, cuando la República catalana independiente sea un hecho.