El problema del B155 es que, para justificar el procesamiento de los indepes por el delito de rebelión, se necesita que haya habido violencia. Hasta ahora no la han encontrado, aunque han tratado de inventársela. Ese auto del juez Llarena en que compara los actos pacíficos de los encausados con un asalto con toma de rehenes mediante disparos al aire y con el 23F es una fantasía literaria con torcida intencionalidad política. Igual que las declaraciones del ministro Zoido culpando de la violencia el 1-O a Puigdemont, a los mossos y a los votantes. Puras fábulas que desmienten los hechos a la vista de todos en innumerables vídeos. La violencia sigue sin aparecer. Y los acusados de rebelión siguen en la cárcel y en el exilio a todas luces injustificadamente (esos sí que son rehenes) y en una situación cada vez más crispada.
Dado que la violencia no aparece y las instancias judiciales no pueden sino fantasearla, el resto del B155 se ha puesto a la tarea de crearla, sacarla de la nada. Así ayudan a que se pueda acusar de rebelión a Puigdemont, Junqueras y otros líderes pacíficos, aunque, según parece, a costa de acusar de lo mismo a mucha más gente.
Empezó Ábalos (del PSOE) tildando a los CDR directamente de germen de kale borroka. Se sumó de inmediato Javier Maroto (del PP) con la misma igualdad CDR = kale borroka. El PSC afina y habla de "actos insurreccionales". Añádase a ello la presencia de agentes provocadores infiltrados en los actos de los CDR, algunos de los cuales han sido ya identificados. Una ayuda de los medios de comunicación y, a estas alturas, todo el mundo está al cabo de la calle de que los CDR, órganos que coordinan la resistencia pacífica de ciudadanos normales, son unos comités de vándalos que destrozan cuanto encuentran, a pesar de que no hay pruebas de ello. Lo suficiente por lo demás para que la fiscalía entienda que aquí puede encontrarse, por fin, la violencia que los jueces necesitan para procesar por rebelión. Y para traer a Puigdemont vencido y cargado de cadenas, como un nuevo Vercingétorix .
Ilusiones de represores muy cortos de miras. Aunque se pudiera demostrar que los CDR son violentos, cosa de momento imposible, esa violencia no sería retroactiva ni convertiría en violentos los actos de Junqueras, Sánchez, Cuixart, etc. Pero es que, además, por muchas campañas que se hagan, provocadores que se infiltren, dirigentes del B155 dispuestos a declarar lo que sea que haya, los CDR, con su considerable seguimiento, seguirán siendo pacíficos. De haber violencia, será excepcional, aislada, extemporánea o provocada por infiltrados a las órdenes del Estado. Enfocar el asunto por la vía del juicio político aumentará la cantidad de acusados de rebeldía, llenará las cárceles, pero no resolverá el problema. Lo agravará.
Aun así, la resistencia pacífica, la no colaboración o no obediencia no violentas, tienen sus zonas grises. Fue uno de los puntos de debate en la desobediencia civil de los años 60. Esta era no violenta. Pero había una controversia sobre si la ocupación de espacios públicos, al impedir el acceso a ellos, no es una forma de violencia que se hace a terceros. El asunto queda pendiente al día de hoy porque entonces se dio todo tipo de respuestas, algunas contradictorias. No obstante, sea cual sea la de hoy, está claro que la violencia que pueda seguirse de la ocupación pacífica de un espacio público no es la que exige el legislador a la hora de calificar un comportamiento de "rebelión". Rebelión es lo que hizo el general Franco en 1936, el mismo que luego juzgó y condenó a sus enemigos, los defensores de la legalidad, en causa general por.... rebelión. Con los mismos motivos y pruebas que tienen estos.
Aun así, estamos donde estamos y ya hay experiencia de que el concepto de "violencia" que los jueces del Supremo parecen dispuestos a blandir es como un vaporizador, que todo lo impregna. El concepto de violencia que serviría, parece, para acusar de rebeldía a Junqueras, Puigdemont, Forn, etc es tan amplio que la polémica de los 60 está ya zanjada: toda ocupación pacífica de un espacio público es violencia del código penal. La fiscalía, con su ojo de lince, ya lo ha afinado: los CDR son rebeldes. Los miles de personas que se movilizan para hacer sentadas u otros actos de protesta por la libertad de los presos políticos, todas rebeldes.
Están a un paso de acusar de rebeldes a todos los independentistas.
Aparentemente, esto es ceguera. Pero tanta obstinación hace sospechar algo peor. La existencia de un posible cálculo del B155 en el sentido de aumentar la represión, el castigo hasta un extremo (como en una especie de experimento de Milgram) en el que el independentismo juzgara aceptable una oferta de retirar todas las causas y volver a la normalidad a cambio de "la renuncia a la unilateralidad" o, sea de aceptar el marco autonómico con unas u otras variables. La libertad a cambio de la renuncia al proyecto. Aquí y ahora, eso no es posible. Pero es bueno mencionarlo porque quede claro que no son solamente ciegos sino también mala gente.