Es tranquilizador saber que el Mediterráneo lleva muchos siglos descubierto. De no ser así viviríamos en continua zozobra cada vez que alguno de estos estrategas de la ciencia del poder, pensara que lo ha descubierto él solo. Las continuas invocaciones a la calma dentro de Podemos atemperan el nervioso análisis de las causas de su derrota. El caso es hacer todo tipo de equilibrios para no dar con la más obvia de que quienes no te han votado es porque no te quieren. Todavía quedan Mediterráneos cuyo descubrimiento sembrará de luz el camino del futuro.
En la cresta de la más reciente ola de negar que el resultado del 26J haya sido una derrota para la formación morada cuando, en verdad, ha sido un triunfo resplandeciente, Iglesias sostiene que, en definitia, no pasa nada, que ahora toca estar en la oposición pero, dentro de poco habrá otra cita electoral que esperan ganar. Ganar, perder; perder, ganar. Eso es lo único que importa a estos teóricos políticos de Juego de Tronos cuya elemental cháchara pone al desnudo sus más ocultos deseos. Iglesias se ve en la oposición y, para aliviar su disgusto, descubre el Mediterráneo asegurando que eso es lo normal en un sistema parlamentario: hoy en la oposición y mañana en el gobierno. Estupendo. Eso quiere decir que no piensa formar gobierno en modo alguno, es decir que no quiere un gobierno de progreso o de izquierda a favor de los que va cantando por las esquinas. ¿O debemos decir que no quiere que el PSOE puede formar gobierno bajo ningún concepto?
Mediterráneo: hoy en la oposición, mañana en el gobierno. Pero ese mañana son cuatro años. Cuatro años de gobierno de esta derecha corrupta, ladrona, neofranquista y ultrarreaccionaria. Bueno, eso a él no le afecta. Afecta a la gente, sí, que las pasará canutas otros cuatro años cuando esto se pudo evitar simplemente formando un gobierno de izquierda después de las elecciones de diciembre y aun se puede evitar formándolo ahora. Algo sin interés. Es verdad que cuatro años más de esta ignominia, de esta vergüenza de inútiles apandadores que pasan más tiempo en sus cuestiones procesales que en las políticas, a los jefes de Podemos no les afecta gran cosa y solo afectan a la gente. Pero ¿quién es la gente? Obvio, la materia prima de que está hecho el populismo redentor. Pero solo cada cuatro años. Ahora toca disolverse y prepararse para la victoria en cuatro años más manteniendo sobre todo firme la unidad del partido.
Que eso sea una quimera no se le alcanza a quienes han sustituido la experiencia de la que carecen por la voluntad bolchevique de asaltar los cielos en segundas o terceras instancias o nupcias. Ya hay un inevitable enfrentamiento entre Garzón y Errejón que, además, tiene toques de inquina personal muy fuerte. En IU, mar de fondo (que no tardará en convertirse en tormenta) al ver que la función de comparsa en Unidos Podemos no da mayor visibilidad a la organización sino que la sumerge en el olvido y la irrelevancia. Para animarla, este enfrentamiento dialéctico entre los dos números doses de UP: el genuino, fábrica de la casa, Errejón, con su culteranismo gongorista y gramsciano que cada vez es más cómico, y el adoptado o asimilado, Garzón, con su habla aparentemente ingenua, pero henchida de soberbia intelectual, alimentada en la convicción de la infalibilidad de las doctrinas marxistas.
Todavía se descubrirán más Mediterráneos, pero Podemos es ya una jaula de grillos. Y todos bastante pedantes.