Ayer estuve en el programa de PuntCat, de TV3, presentado por Xavi Coral, para hablar de la situación en España y Cataluña, ahora que son inevitables nuevas elecciones el 26 de junio. Compartí tertulia con Gemma Ubasart, José Zaragoza, Gabiel Rufián, Neus Tomás y Vicent Sanchís. Por supuesto, me siento más cercano de unos que de otros, pero todos tenían un buen nivel y, desde luego, allí reinó un clima de libertad, debate, tolerancia y crítica mutua sin insultos ni agresiones verbales que ya quisieran las televisiones españolas. Sin duda gracias a la profesionalidad de Xavi. Y a la de su equipo al completo. Gracias a todos por hacernos sentir como en casa.
Al comienzo, Xavi me preguntó qué les diría a los cuatro políticos que han fracasado en la tarea de pactar un gobierno. Y le contesté que se retiraran. Lo tengo muy pensado. Estas cuatro personas que han consumido otros tantos meses inútilmente, que han sido incapaces de materializar el mandato que decían haber recibido del electorado, que no han podido llegar a un acuerdo, ¿con qué autoridad vuelven a pedirnos el voto? Para hacer ¿qué? ¿Lo mismo?
Es verdad que el resultado de los elecciones del 20 de diciembre era difícil. Pero nadie ha dicho que la política sea fácil y es, además, una actividad voluntaria, no obligatoria. Los políticos cobran sueldos sustanciosos que pagamos los ciudadanos y están obligados a mostrar resultados a cambio, o abandonar el empeño, hacerse a un lado, dejar que otros lo intenten quizá con más suerte, con más inteligencia o habilidad. Lo que carece de sentido es aceptar un compromiso, incumplirlo y presentarse luego a pedir otra delegación sin la más mínima base que autorice a suponer que las cosas cambiarán. Porque además esto huele a profesionalización de la política, esto es, a las biografías de políticos cuya función consiste en perder todas las elecciones pero no los amolumentos que se les siguen abonando. Si los ciudadanos también pagamos los sueldos de políticos que no ganan elecciones y se pasan la regalada vida en una oposición consistente en no hacer nada, ¿para qué queremos políticos?
A mayor ridículo, nos piden de nuevo el voto unos payos que se reían de los catalanes por su supuesta imposibilidad de formar gobierno en su momento, siendo así que estos tienen hoy un gobierno con apoyo parlamentario, hoja de ruta e ideas claras. En la meseta, en cambio, no hay gobierno, el que está en funciones, además, se ha declarado en rebeldía, no tiene programa ni idea de a donde va y no hay expectativa razonable de que haya uno nuevo antes de las calendas griegas. Y el resultado inmediato de este quilombo es que un país arruinado, con una deuda pública superior al 100% del PIB, con el 25% de paro, salarios de hambre y miseria por doquier, destine más de 160 millones de € a repetir unas elecciones porque los electos de las anteriores son una manga de ineptos, engreídos, narcisistas, parlanchines pero, sobre todo, eso: ineptos. Como lo que tan alegremente despilfarran no les sale de sus bolsillos, allá van los millones, en busca de un voto que estos lumbreras puedan administrar. Y mientras tanto, a seguir tomando el pelo al contribuyente
Mírenlo bien: es demasiado. La derecha de PP y C's ha fracasado porque no ha constituido gobierno ya que, como se sabe, su muy notable pragmatismo le hace suponer que todo lo que no sea estar en el gobierno para robar, expoliar, malversar y estafar es perder el tiempo. La izquierda, a su vez, PSOE, Podemos e IU, ha fracasado también del modo más lamentable porque no ha alcanzado ni por el forro su objetivo esencial, básico, fundamental, su razón misma de ser: echar a la derecha del gobierno.
Si alguien pone en marcha una campaña de esas de reunir firmas en las redes para pedir que este puñado de ineptos se vaya, que cuente con la mía. Hay que pedirles la dimisión ipso facto como primer paso para arreglar la situación.
Si es que tiene arreglo porque no sé si se han dado cuenta ustedes de algo: de que en Madrid no hay gobierno porque tampoco hay oposición ni, por tanto, posibilidad real de constituir gobierno porque la oposición real -y también lo dije ayer en el programa de Xavi- está en Cataluña. Es una situación absurda, cai patafísica: el Parlamento no contiene oposición alguna. La prueba es que no solo no presenta una moción de censura a un gobierno en rebeldía y en minoría sino que ni siquiera puede obligarle a comparecer a dar explicaciones. Un gobierno sostenido por un partido que es una partida de mangantes y que no da cuenta de sus actos más que ante Dios, como el caudillo, su verdadero inspirador.
La verdadera, la auténtica oposición al gobierno de Madrid está fuera del Parlamento, en Cataluña. Y esa sí es una oposición real y contundente porque se ejerce ante cualquiera de los dos partidos dinásticos que quieren mantener el sistema turnista pero ya no pueden. Por eso no se compone gobierno ni se compondrá mientras el que haya no tenga una propuesta de solución a la cuestión catalana que no sea el consabido "no" que ambos comparten. Ese es el auténtico y único problema que hay hoy en España: Cataluña. Un problema frente al cual el arco nacionalista español (más de 72% del Congreso de los Diputados) no tiene respuesta pues carece de iniciativa y recursos; porque no sabe qué hacer. Y frente a él, todo lo demás son minucias: el intento del PP de conservar el gobierno con una mayoría que jamás conseguirá mientras la solicite el sobresueldos; el del PSOE de articular una política centrista, al estilo de UCD en alianza con C's, pero conservando la vitola de partido de la izquierda; el de Podemos de intentar un sorpasso, que pudo haber funcionado mientras el partido morado seguía prometiendo ser una izquierda nueva, distinta del comunismo del pleistoceno y de la socialdemocracia aburguesada y sometida. Un intento, ahora no sabemos si de buena o mala fe, que fracasó justo en el momento en que estos adalides de la "nueva izquierda" se echaron en brazos de la vieja IU y,a través de ella, del valetudinario PCE.
La ausencia de gobierno en Madrid y el correspondiente vacío de poder dibujan lo que llaman una "ventana de oportunidad" para el gobierno independentista catalán. Siendo esto tan obvio, ¿no lo es más que la vía a la independencia está casi expedita y depende prácticamente de los propios catalanes? De seguir las cosas así, cuando el gobierno de Madrid quiera plantear un conflicto al de la Generalitat tendrá que hacerlo por vía diplomática.