Hay que aprovechar el tiempo, las oportunidades, los recursos. Hay que ser eficientes y, ya que nos desplazamos, dar lo máximo. Hoy tengo dos conferencias, la primera en El Perelló, Tarragona, sobre el tema del cartel de la izquierda, algo así como "el enfrentamiento político entre Cataluña y España", a las 12:00 del mediodía en el Hotel d'Entitats (c/ Gayarre, 65) y la otra en una localidad próxima, en Flix, sobre el tema del cartel de más abajo a la derecha, algo más o menos parecido, pero con una pequeña variante, "el enfrentamiento entre Cataluña y el gobierno español".
Debo confesar que habitualmente no soy yo quien decide los títulos de las intervenciones, sino que me los dan hechos o me los piden. Probablemente si los pusiera yo, que soy persona de talante conciliador y pacífico, serían más anodinos y menos batallones. Pero no traducirían tan bien el ánimo de los auditorios. Las entidades organizadoras suelen saber mejor que los conferenciantes lo que la gente quiere escuchar, así que tiene mucho sentido atender a las peticiones como llegan. Por supuesto, eso quiere decir que luego uno -que siempre tiene unas cuartillas por ahí preparadas para alguna ocasión- debe dejarlas dormir el sueño de los justos, olvidadas en algún cajón y escarbarse la Minerva para dar con contenidos que, respetando el enunciado de los titulares, al mismo tiempo, tengan un sentido y un hilo argumental. Lleva su tiempo y tiene su intríngulis. Pero se hace oficio y va uno construyendo una especie de discurso pegado a una realidad cambiante a toda velocidad.
Se quiera o no admitir, sobre todo en el altiplano mesetario, las relaciones entre Cataluña y España han pasado de la conllevancia orteguiana a una especie de confrontación y tirantez que nadie quiere reconocer abiertamente pero que todo el mundo advierte. El presidente del gobierno no felicitó a Puigdemont por su elección como presidente de la Generalitat y tampoco lo hizo el Rey. Rajoy se desplaza a Cataluña a algún acto público de su partido y no concierta encuentro alguno con el catalán. Son los partidos de la oposición, PSOE, Podemos, Ciudadanos los que, seguramente algo avergonzados por la falta de tacto de las autoridades, han acudido o van a hacerlo a saludar a Puigdemont que, al fin y al cabo, no es el presidente de alguna remota república nórdica. Ha tenido que ser el propio Puigdemont quien haya solicitado una entrevista en La Moncloa sin duda con el fin de que no se le pueda acusar de haber bloqueado cualquier intento de diálogo. Parece que se verán el próximo miércoles. Espero que Puigdemont entienda algo de lo que vea y oiga y nos lo cuente porque el de los sobresueldos habiéndose declarado en rebeldía frente al Parlamento, abrumado por su cada vez más turbulento horizonte penal y tapando vías de agua por todas partes, no creo que acierte a decir nada congruente ni en esa media lengua que apenas balbucea.
Resultará interesante reflexionar juntos sobre qué nos puede deparar en esta confrontación la cada vez más verosímil hipótesis de que España camina a unas nuevas elecciones mientras en Cataluña, la hoja de ruta sigue tranquilamente su rumbo.
En Flix, la conferencia será a las 19:30 de la tarde en Ca don Ventura.