Ya están los curas otra vez en danza, metiéndose en política con la orientación de siempre. Ahora la toman con el independentismo catalán y convierten la unidad de España poco menos que en dogma de fe. En realidad, la iglesia española no ha dejado de ser nacionalcatólica nunca. Y sigue en cruzada. Rouco Varela, de la tierra del glorioso manco de barbas de chivo, es un cruzado de la causa, un cura trabucaire en defensa del trono y el altar. Es inútil explicar a los prelados españoles que el clero catalán ve la cuestión desde un punto de vista muy distinto que cabe considerar favorable al independentismo. ¿Van a excomulgar a los curas catalanistas? No parece ni remotamente posible. Así que esta es una batalla que los españoles podían haberse ahorrado.
Pero no lo harán. Es un clero hirsuto, montaraz. Trae causa de la cruzada que arrancó un glorioso 18 de julio. Por eso, según parece, mañana, 40 aniversario del fallecimiento del Caudillo que la Iglesia llevaba bajo palio, se celebrarán quince misas en su memoria y, supongo, por el eterno descanso de su alma. Amén, que descanse, sí, eternamente. Se dirá que son los franquistas, los excombatientes, los veteranos de la División Azul, los que organizan los actos. Pero, para que haya misas, tiene que haber curas que se presten voluntariamente porque, que yo sepa, los servicios de los curas no son como los de los taxis. Y, con los curas, la Iglesia entera honra la memoria del caudillo.
Y no solo honra la memoria del Caudillo sino que sigue su obra. Allí donde Franco había combatido a los homosexuales con la Ley de Vagos y Maleantes, el obispo Reig, de Alcalá de Henares, los considera enfermos y se ofrece a curarlos. Porque está muy puesto en razón que la sexualidad de cada cual solo pueda vivirse según las ordenanzas de uno que no sabe lo que es o, si lo sabe, que todo es posible en este pícaro mundo, debiera callarse.
La Iglesia está en política en España siempre, y del lado de la derecha, de la más tradicional oligarquía. Hace un trabajo espléndido en garantizar la obediencia y sumisión del pueblo controlando el sistema educativo, interviniendo activamente en la organización de la vida cotidiana colectiva organizando las festividades, los ritos, los símbolos y propagando su doctrina a través de medios de comunicación audiovisuales financiados con cargo a las aportaciones que todos los ciudadanos hemos de hacer a su caja.
Con esta intensa actividad política, la Iglesia defiende sus intereses, amplios y muy diversos, como corresponde a una organización que en España es un Estado dentro del Estado, con abundancia de ingresos procedentes de transferencias públicas directas, subvenciones, exenciones de todo tipo y de actividades mercantiles privadas todas ellas acogidas a un sistema de privilegios por el que la Iglesia no paga impuestos de ningún tipo. Eso es lo que la derecha (y el PSOE hasta la fecha) ha conservado y lo que las izquierdas (ahora también con el PSOE en algunas partes) pretenden quitarle.
Vamos, que ganan las izquierdas y empiezan a pedir que la Iglesia pague el IBI. Ganan las izquierdas y empiezan a pedir que la Iglesia devuelva la Mezquita.
La Iglesia en España, ¡qué tema!