En esta nueva era de transparencia por fin sabemos algo de lo hablado en el almuerzo de Sánchez con Rajoy en La Moncloa hace una semana. Debe de ser el llamado tiempo real de internet. Y lo sabemos porque Sánchez lo ha contado. Rajoy le dijo, según él, que no descartaba adelantar las elecciones y él, rápido de reflejos, le pidió que paralizase todos los proyectos de ley, pues ya no hay tiempo. Cinco días más tarde, plazo mínimo que necesita para asimilar una información en la era de las TIC, ya en Bruselas, Rajoy anunció a la prensa que no piensa adelantar las elecciones y que queda legislatura y cosas por hacer. Desde luego, según noticias, 47 proyectos legislativos está apacentando el gobierno en este momento. Más de la mitad de las leyes ordinarias aprobadas en toda la legislatura (90), sin incluir las 30 leyes orgánicas y los 70 reales decretos-leyes pues, como es sabido, este gobierno ha sido muy amigo del decreto por su espíritu democrático. O sea un disparate.
No hay que machacar en el clavo pero es un momento interesante para que Sánchez -quien parece configurarse como candidato ganador a candidato- presente una moción de censura. Es imposible tomarse en serio un gobierno que pretende aprobar la mitad de leyes de toda la legislatura con las vacaciones de verano en puertas. O sea, a acumular materia derogable. Una moción de censura a un gobierno que ya no sabe ni lo que dice. Porque no se escucha ni él. Rajoy semeja uno de esos autómatas entre ridículos y siniestros de Hoffmann. Lo han programado para hablar de la recuperación que lleva un año iniciándose y cuyos frutos espera recojamos todos en noviembre; nosotros en forma de más empleos y salarios más altos y él en forma de votos. Ese es el discurso que el autómata recuerda deben recitar las escasas autoridades fieles a la causa.
El discurso de la recuperación queda anulado tras los fogonazos de la corrupción. Bárcenas, Gürtel, Púnica. Esto parece Chicago años treinta. Ayer la policía se llevó detenido a otro alcalde del PP por supuesta vinculación con la Púnica. La Púnica afecta cada vez más a Cifuentes pero, por si fuera poco, se le abre otro frente de escándalo con una nueva presunta corrupción en la que aparecen directa o indirectamente relacionados tanto ella como su marido. El resumen del nuevo pelotazo inmobiliario de millones lo trae Público en una crónica espeluznante que incluye el dramatis personae de la corrupción madrileña al completo, hasta los del tamayazo. Va a resultar difícil a Ciudadanos ir adelante con el pacto en Madrid cuando ese escándalo acaba de estallar y promete ser descomunal porque lo ha sacado el nuevo Rector de la Complutense -lugar en donde estas corrupciones parecen haberse producido- que acaba de tomar posesión y, lógicamente, entrará levantando alfombras. Hace un par de años, Escolar salió en defensa del cónyuge de Cifuentes afirmando, con razón, que sus peripecias en un concurso de acreedores al que se había visto abocado por la crisis era un asunto privado y, por lo demás, legal. Pero la nueva implicación del marido en el escándalo más reciente ya no tiene nada que ver con aquel asunto. Este es otro. Y tiene una pinta fatal mientras no se aclare.
En Madrid, el PSOE, que presume de candidato muy superior en todos los órdenes a la del PP, está a la espera de la decisión de C's porque los votos solos de Podemos, que da por descontados, no le alcanzan. Si le alcanzaran Palinuro no desdeña la suposición de que, a lo mejor los hacían valer al modo andaluz, bastante suicida, por cierto. El hecho es que el gobierno de la capital depende exclusivamente de la decisión de Albert Rivera, líder del partido que Floriano llamaba ciutadans. Madrid es una excepción a la regla general de que en todas partes el PSOE aparece como clave central de las coaliciones. Ha firmado con IU pactos para gobiernos "de progreso" en 300 ayuntamientos. No son muchos trescientos entre miles, pero es significativo el pacto IU-PSOE. Anguita va a clamar contra los derrotistas y, si no pide el ingreso en Podemos es porque estos todavía parecen más proclives a encamarse con la taimada socialdemocracia que los antiguos compañeros de fatigas. Al PSOE solo le queda resolver el conflicto con Compromís en Valencia para no hacer mucho el ridículo y parece que van por buen camino. Si las cosas se enconan en cuestiones personales de quién ocupa el sillón presidencial, Palinuro sugiere un solución de compromiso temporal: dos años cada uno.
En resumen todos se mueven en este baile electoral excepto Podemos. Un partido tan dado a ocupar el proscenio casi se pierde ahora entre los figurantes y su relevancia es muy escasa. En Andalucía se ha quedado fuera de un juego mal e inexpertamente jugado. Además de un modo típicamente español. Escuchar a Rodríguez hablar de que se les había engañado y sus condiciones, que ellos no modificaron, no se habían aceptado, es como oír las viejas glorias de la Patria, al estilo del almirante Méndez Núñez en "más vale honra sin barcos que barco sin honra". En términos actuales, más valen honrosa oposición que deshonroso gobierno. De lo que no estoy seguro es de si el reconocido pragmatismo de la dirección de Podemos considerará como un éxito haberse quedado fuera del gobierno.
En Bruselas, el éxito parcial en la oposición al TTIP lo acaudilla Miguel Urbán, quien se felicita de que sea el resultado de la alianza entre Podemos e IU, una muestra más de la presión que los de la antigua Izquierda Anticapitalista, hoy "Anticapitalistas", ejercen dentro de la organización para que vaya a una candidatura de unidad popular asamblearia, muy abierta. Aspectos estos escamantes para el dirigente supremo que, en el momento de la votación frustrada del TTIP estaba largando por los micrófonos de la SER.
Estos de Anticapitalistas son como la vieja guardia bolchevique de Podemos. Los trostkistas vuelven a la querencia. Y el núcleo leninista-estalinista de la cúspide barrunta batalla. Pablo Echenique, digno Anticapitalista, firma con otros 22 dirigentes de Podemos un manifiesto cuyo contenido está resumido en su título: Abrimos Podemos. Aquí se perfila una agria controversia por un asunto típico de la izquierda, un asunto nominal. Todos quieren abrirse; todos incluir a todos; todos quieren ir unidos bajo un nombre común. Muy bien, ¿cuál?
Aparentemente la cuestión es absurda, pero vista de cerca no lo es tanto. En la sociedad de la imagen, el nombre tiene un significado, aparte del muy obvio del grado de conocimiento de la "marca" y su mayor o menor aceptación en el "mercado". La importancia es su valor simbólico: el nombre trasmite, en este caso, unidad de mando. Para la idea leninista de Podemos, un partido es un instrumento, mientras que un frente, una coalición, una unidad, por muy popular que sea, nunca lo será. Para la otra parte, el nombre, este nombre de Podemos, tiene otra connotación. Aparece demasiado identificado con la figura de su líder y trasmite una idea de caudillismo que es justo lo contrario de su pretensión de poner en pie un movimiento asambleario, espontáneo, de abajo arriba. En definitiva, lo que los firmantes del manifiesto quieren es que Podemos no sea un partido más. Quieren ser un partido de nuevo tipo. Algo así como el New Model Army de Cromwell o el "partido de nuevo tipo", de Mao.
Entre tanto, nadie habla de Cataluña. Cosa rara, Palinuro tampoco. Pero no se olvida y sigue los acontecimiento en ella. Vaya lío que tienen organizado los de UDC.
Entre tanto, nadie habla de Cataluña. Cosa rara, Palinuro tampoco. Pero no se olvida y sigue los acontecimiento en ella. Vaya lío que tienen organizado los de UDC.