Palinuro no va a perder un solo minuto en argumentar lo obvio: que la unidad es la primera condición de la victoria y la desunión, de la derrota.
La izquierda se presenta desunida a las próximas elecciones. La derrota es segura. Aparecerá mitigada por algunos factores nuevos como el hecho insólito de que la derecha por primera vez también se presenta dividida entre PP y Ciudadanos. Ello da pie para las logomaquias ociosas de los llamados analistas políticos acerca del fin del bipartidismo y otras greguerías. Sigan en ellas distraídos.
Para la izquierda en su conjunto, lo esencial es derrotar a la derecha. Sin embargo, parece ignorarlo porque se presenta desunida. Es más, parte de esta izquierda (IU, Podemos y formaciones satélites) justifica la desunión argumentando que otra parte (PSOE) no es izquierda sino otra forma de la derecha. Este juicio no es solamente injusto, sino tan obtuso respecto a los intereses estratégicos que uno sospecha esté dictado por la derecha que es la única a la que beneficia.
Palinuro ha sostenido siempre que la equiparación PP-PSOE es un dislate desde el punto de vista de una consideración objetiva, cuando no un claro indicador de motivaciones que mezclan el oportunismo con la pura neurosis. Consecuentemente con ello también ha defendido que la mejor opción para derrotar a la derecha es la alianza PSOE-Podemos. Por supuesto, incluiría también a IU si esta consiguiera librarse del odio de los comunistas y su inquina visceral hacia la socialdemocracia. A veces lo ha hecho, por ejemplo, en Andalucía; pero no lo tiene tan claro siempre, como se prueba en Extremadura. Por lo demás, tampoco es imprescindible: IU parece destinada al fracaso, fagocitada por Podemos.
Se impone, pues, una alianza PSOE-Podemos. No va a suceder antes de las elecciones de mayo, en las que las suertes parecen echadas. Pero, según sean los resultados de estas, seguramente se planteará a partir de ellas. Es preciso esperar, por tanto. Pero nada impide ir haciendo algunas precisiones nada gratuitas.
El objetivo estratégico manda. Desalojar a esta derecha franquista, nacionalcatólica, corrupta, presuntamente delictiva, desde su presidente hasta el último monaguillo, es una obligación ineludible de la izquierda. De toda la izquierda. Esta no soportará la responsabilidad de que, por su incapacidad para entenderse, España caiga cuatro años más en manos de unos desaprensivos que no van a dejar ni los huesos. El PSOE debe estar dispuesto a pactar con Podemos y Podemos con el PSOE, dejando ambos de lado sus quisicosas de rencillas, envidias y personalismos.
Palinuro aplaude la voluntad unitaria recientemente aflorada con fuerza en el PSOE. Sin duda, ese es el camino. Felipe González compromete su apoyo "total" a Pedro Sánchez, algo vital y, de este modo, se despeja su camino en un alarde de unidad como candidato único a La Moncloa, con el apoyo de todo el partido. Se trata de un activo extraordinario que contrasta con la desunión y enfrentamientos en las demás corrientes políticas y que refuerza mucho las expectativas de apoyo electoral del PSOE quien puede emerger en las elecciones de mayo como el partido más votado y con mucho porque es el que atiende a una de las necesidades más agudamente sentidas por el electorado.
Para que esta táctica unitaria se refuerce, deben aun darse dos circunstancias. La primera es que, además de González, también el resto de los jarrones chinos, Zapatero, Rubalcaba, Bono especialmente, dejen de enredar, de malmeter, de intrigar y de obstaculizar la labor de Sánchez en este empeño unitario en el que, en el fondo, les va la vida. En román paladino, que dejen de darse pote y de hacer el imbécil, favoreciendo los designios del adversario.
La segunda circunstancia es que Sánchez pruebe estar a la altura del momento, se libere de la sombra envenenada de un político fracasado que hace fracasar todo cuanto toca, como Rubalcaba, y adopte las iniciativas que lo proyecten con la fuerza que el objetivo estratégico reclama: por un lado, que su oposición parlamentaria sea contundente y se visualice con una moción de censura, única forma de que la gente compruebe que la intención de echar a esta derecha parásita va en serio. Por otro, que administre el partido -que no es suyo- con sentido de estrategia y amplitud de miras. Rodearse de pelotilleros y tiralevitas es grato a los oídos pero desastroso para los resultados de la gestión. Excluir a los sectores leales pero críticos, un dislate todavía mayor y más peligroso. Un líder de verdad se apoya en gente con criterio, que no lo halaga y busca el acuerdo de quienes tienen independencia de juicio y lo critican cuando deben hacerlo.
Si un PSOE así gana las elecciones en mayo, nada lo parará en noviembre. Para llegar a ellas sería estupendo que lo hiciera una alianza PSOE-Podemos. Pero, si no es posible porque en Podemos prima el espíritu neocomunista del odio al socialismo democrático de raíz anguitista, que vaya solo dejando claro por qué no ha sido posible.
El resultado puede ser espectacular.
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