diumenge, 11 de gener del 2015

Podemos o Podamos.


Viendo el gráfico del último Metroscopia, que he encontrado en el Twitter de Rubén Sánchez, me asalta la duda de si el Podemos del nombre se refiere al verbo poder o a podar. Porque lo primero que salta a la vista es que ese rotundo 28,2% que atribuye a Podemos viene con una poda, el descalabro del llamado bipartidismo. La verdad es que después de haberse movido en torno al 85% del voto, tener que conformarse hoy con un miserable 42,7%, o sea, la mitad, debe de ser amargo. Los príncipes derribados de sus carrozas dinásticas y obligados a codearse con la chusma populista, con los adanes que, además, los superan claramente en votos. Y, en el caso del PP, el término descalabro es caritativo. Es un hundimiento sin paliativos ni, al parecer, fondo. Pierde 25,5 puntos con respecto a las elecciones de 2011. Más que poda, desmoche. Con razón andan muy nerviosos en el partido de la derecha. No saben qué hacer. Los más clarividentes dicen que la permanencia de Rajoy al frente promete desastre. Pero nadie se atreve a decirlo en público. Rajoy concentra los destinos y las carreras de todos los dirigentes en su mano poderosa. Y no se olvide que, mientras los jueces lo declaran asociación de malhechores, el PP es el chollo de una verdadera pandilla de inútiles. Pregúntese a la señora Aguirre que se ha postulado por iniciativa propia y se ha quedado a la intemperie, esperando una respuesta que no llega.

El propio Rajoy no solo no muestra duda alguna ni reparo ante la imposible situación que ha creado, sino que insiste en liderar la lucha contra la corrupción, de parte importante de la cual es políticamente responsable; y el proceso de regeneración democrática, una campaña de propaganda destinada a conseguir la renovación del voto de la ciudadanía a cambio de nada o de seguir con la letanía de embustes que esta manga de pícaros viene soltando. Es una situación ridícula y la perspectiva de que ese escuálido 19,2% siga descendiendo, prueba que la gente se ha dado cuenta de ello.

Cunde el asombro general por el hecho de que la gente votara a Camps, un granuja absolutamente evidente. Excusado será decir si vota a su amigo, el que siempre iba a estar con él, delante, detrás, como fuera, pero a su lado. Y en efecto, a su lado debiera estar.

Podemos poda también el árbol de la izquierda. El bocado a IU, que había abrigado nuevas expectativas a raíz de la última elección al Parlamento Europeo (7,98%), es considerable. Le deja menos votos que en las generales de 2011 (6,92%). Pero, la merma fuerte se ve en el conjunto del voto de la izquierda institucional (PSOE + IU) del 47,6% de 2008 al 35,68% de 2011 y, ahora al 28,8%, unas décimas menos que Podemos por sí solo.

Los partidos pequeños, Ciudadanos y UPyD, se alimentan de los restos de poda de los otros y seguramente aspiran a la muy recomendable posición de partido bisagra o aliado menor por el número pero mayor por su importancia política si hay multipartidismo. No es una brillante promesa de futuro, pero probablemente bastante para las aspiraciones de vida cómoda y tranquila a que aspiran sus dirigentes. Algo que solía estar reservado a CiU.

Pero la verdadera cuestión que plantea este sondeo es la de qué vaya a hacer la izquierda que suma el 57% de intención de voto en este momento. ¿Seguirá sin unirse?