En el cielo hay zafarrancho de revista y todos sus moradores andan azacanados tratando de cumplir los encargos que les llegan de la tierra. En concreto del gobierno español, cuya forma de entender la aconfesionalidad del Estado consiste en hacer outsourcing, o "externalizar" sus obligaciones en el cielo. Una forma de privatizar servicios públicos esenciales encargándoselos a los seres angélicos, amigos de siempre y gente bien de toda la vida.
Y no se crea que se trate de decisiones esporádicas u ocasionales. Es una política regular, sistemática, que debiera ya tener sección fija en el Boletín Oficial del Estado más apropiadamente llamado Boletín Oficial de la Parroquia. Veamos: se estrenó la ministra Báñez encargando la solución del paro a la Virgen del Rocío. Se sumó después el ministro del Interior, un encargado de negocios de la Santa Sede en España, condecorando a la Virgen del Pilar e impetrando el favor de Santa Teresa de Ávila para guardar el orden público. La alcaldesa Botella interrumpió su intensa actividad de agosto a fin de pedir a la Virgen de la Paloma lo mismo que Báñez a la del Rocío, pero para los madrileños, a quienes San Patricio, santo silvícola, proteja de las caídas de ramas de árboles. El alcalde de Valladolid, mártir de la vesania femenina universal, pide a la Virgen de San Lorenzo que "eche una mano" en la recuperación del empleo en la ciudad. Aguirre a quien las vírgenes deben de parecer poca cosa en su condición de Dama del Imperio Británico, pone su destino, o sea, su carrera política, en manos de la Divina Providencia; del jefe máximo.
¿Qué les sucede? ¿No están en sus cabales? Pudiera ser, pero es indiferente. Lo esencial es que creen vivir en otro mundo, estar hechos de una pasta especial, gozar de la predilección de las cohortes celestiales, interaccionar con santos y santas como con el dentista o el notario. Se piensan superiores. Basta escuchar a Gallardón, Wert y hasta el inefable Cañete. ¿Iguales ellos a la chusma a la que hacen el favor de gobernar? ¿Ellos, que hablan de tú a tú a las once mil vírgenes? ¿La igualdad? Eso ¿qué es?
Sí, efectivamente, ¿qué es? Nada. Pura envidia. La derecha detesta el principio de igualdad. He aquí lo que escribía al respecto Rajoy en El faro de Vigo en 1983, hace más de 31 años y, por tanto, a los veintiocho de la vida del autor, una edad de pasión y fuego, de ilusiones y grandes ideales. Ese conjunto de necedades retrata a la perfección el juicio de la derecha sobre la igualdad y su defensa de la desigualdad basada en la tosca falacia de equiparar un principio moral con un hecho. Explicar al autor de este texto que los partidarios de la igualdad no creen que los seres humanos sean iguales de hecho, sino que deben ser iguales en derechos, es tarea inútil. Por eso ha llegado a presidente del gobierno de España.
Lo contrario de la igualdad, según en qué sentido, no es la desigualdad de hecho sino el privilegio. Y ese es el nudo de la cuestión. La derecha postula la desigualdad (incluso dice que es un acicate para la superación personal y el logro de lo que llama con temor reverencial la excelencia) pero piensa en el privilegio que es lo que considera suyo propio, desde el origen de los tiempos, genéticamente, que diría Rajoy.
Las divertidas peripecias del incidente de circulación de Aguirre han reventado Twitter que es en donde se concentra la mayor densidad de pitorreo por minuto y tuit. Si tuviera tiempo, me marcaba ahora una teórica sobre cómo el ágora pública digital está comiéndose a la otra, a la que ya no sé ni cómo llamar porque, desde luego, no es más "real" que la primera. Ya habrá ocasión.
Lo oportuno aquí es repasar el comportamiento de la dama en el lío que ella sola ha organizado por su arrogancia y majadería. Estaba en falta y se enfrentó achulapada a los agentes, tratándolos de tú, imputándoles intenciones torcidas, desobedeciéndolos y embistiéndolos. Se escudó luego en los agentes de la Guardia Civil para escabullirse de los otros. Aprovechó su acceso libre a todos los medios para dar su versión, falsa y altanera de los hechos y seguir acusando a los empleados públicos de perversos propósitos. Cuando el juez ha devuelto el sumario ordenando que se instruya como delito, ha cargado contra el juez en cuya decisión insinúa prevaricación y de nuevo contra los agentes. Por supuesto, con el auxilio entusiasta de los medios afines que andan investigando oscuros contactos de algunos de aquellos con Podemos. Todo el mundo sabe que si una ciudadana ordinaria hubiera hecho lo que Aguirre, esa noche hubiera dormido en un calabozo. Pero no la expresidenta de la Comunidad de Madrid que, obviamente, cree estar por encima de la ley; que no es igual a la chusma; que tiene derecho al privilegio.
Vienen a la memoria las palabras del abdicado: "la Justicia es igual para todos". Dime de qué presumes... La Justicia no es igual para él mismo, ni para su hija, ni su yerno, ni los Fabra, Matas, ni siquiera para la insoportable señora Aguirre.
La defensa del privilegio es el meollo del pensamiento y la acción de la derecha. La ley está para que la cumplan los demás, los que son iguales ante ella, pero no para que la cumplan los privilegiados. Rajoy sabe mucho de esto. Lo tiene muy pensado desde joven.
La defensa del privilegio es el meollo del pensamiento y la acción de la derecha. La ley está para que la cumplan los demás, los que son iguales ante ella, pero no para que la cumplan los privilegiados. Rajoy sabe mucho de esto. Lo tiene muy pensado desde joven.