Magnífico ese acto, ese coloquio en el Ateneo sobre la unidad de la izquierda montado por Público. Va en la línea del postulado de Palinuro: es absurdo hablar de la unidad de la izquierda sin el PSOE. Por eso, muy bien que entre los intervinientes haya dos socialistas. Y muy bien los demás. A ver si se entienden. Sigo pensando que hay mucho narcisismo en juego y no me resigno a aceptarlo como una peregrina peculiaridad de la izquierda. Pero lo hay y es lamentable.
Por cierto vaya follón le han montado los guardianes del dogma a Pablo Iglesias por una nadería. Quien tiene boca se equivoca, sobre todo si habla mucho, como es su caso. No es ni para mencionarlo. Además, cuando un hombre es capaz de movilizar a tanta gente, de ganarse su adhesión sin duda por motivos muy nobles, gente que podía estar desganada, desmotivada, merece un respeto.
Aplaudo el convivio de mañana, jueves, que los asistentes dedicarán, sin duda, a la memoria de Carlos París. Pero huelo chamusquina. En primer lugar, la ausencia de IU es un patinazo. Cuando hasta el Partido X entra en tratos unitarios con Podemos, los de la izquierda transformadora se hacen no sé si los puros o los estrechos. Y eso con Garzón diciendo a quien quiere oírle que IU y Podemos se entenderán. No lo sé. De momento produce pobre impresión que Garzón, ni Llamazares tengan arrestos para presentarse en el coloquio, aunque no sea descartable que lo hagan. La fe es lo último que se pierde.
El segundo olor a chamusquina viene del PSOE. No sé cómo explicarán sus dos representantes esa enésima abyección de su partido de pedir al PP un gran pacto contra la corrupción. Al PP. La manía de Rubalcaba con los pactos de Estado es una especie de enajenación, como la que empuja a Rajoy a no pronunciar el nombre de Bárcenas. Debe de ser una enfermedad profesional de la política. Sin duda el PSOE tiene sus más y sus menos en asuntos de corrupción pero pedir un gran pacto (¿ustedes no desconfían siempre que oyen eso de gran?) contra ella al partido probablemente más corrupto de la historia de España raya en el delirio. Lo ven hasta quienes lo proponen y por eso precisan que el pacto no será con el gobierno, sino en el parlamento, que también es el gobierno.
"Pero no importa" -Argumentan los socialistas. "Es cosa de comunicación. Se trata de probar que no somos como ellos, que tenemos visión de Estado".
La misma que Mr. Magoo. Si la unión de la izquierda puede hacerse en el tiempo que queda hasta las elecciones de mayo solo podrá ser sobre un programa mínimo común (pmc) cuyo eje es la regeneración ética y política y no los debates sobre la conciencia de clase del proletariado. Quien está en tratos con el principal corrupto del país, muy probablemente para erigir otro artificio legal a fin de ocultar la corrupción, la innmoralidad, no podrá firmar ese pmc. Un programa (sin perjuicio de los que cada cual tenga además por su parte) capaz de conseguir el apoyo de la inmensa mayoría de la población, de ese 99% del que tantos hablan. Sencillo, claro, de mínimos, en cinco puntos:
Primero: regeneración de la vida pública. Eliminación de todos los privilegios de todos los políticos, incluidos los salariales.
Segundo: transparencia de la gestión pública. Publicación en tiempo real en internet de todas las transacciones económicas de las administraciones.
Tercero: reforma constitucional (o proceso constituyente) que, entre otros asuntos (financiación de partidos, ley electoral) atienda a dos singularmente:
Cuarto: reforma a fondo de la organización territorial del Estado y de las relaciones entre las iglesias y los poderes públicos.
Quinto: referéndum sobre la forma política del Estado.
España ya no es una joven democracia. Está por ver si es democracia en sentido estricto, pero no es joven. Tiene la experiencia suficiente para acometer una revisión profunda del sistema político en su conjunto sin mayores tribulaciones. Por lo demás, llegar a este pmc antes de las elecciones de mayo tiene su importancia porque permite comprobar su eficacia en el electorado en una votación que no va encaminada a aplicarlo de inmediato, pero sí a defenderlo en el Parlamento europeo. Y aquí, a tenerlo ya ensayado para las elecciones de 2015.