Un grupo de trece personalidades más o menos vinculadas a IU ha dirigido una carta abierta a la Conferencia Política del PSOE mostrando su disponibilidad a formar algún tipo de unidad de la izquierda con el objetivo de derrotar a la derecha. Digamos de entrada (ya saben los lectores que Palinuro es tan feroz feminista que está incluso pensando en rebautizarse como Palinura) que, de los trece firmantes, una sola es mujer, Pilar del Río, la respetable y respetada viuda de Saramago y figura tan emblemática que aquellos han decidido ponerla en primer lugar, rompiendo el orden alfabético a que se someten todos los demás. ¿Caballerosidad a la antigua usanza o conciencia del tirón de publicidad? Me inclino por lo segundo. Lo avala el orden alfabético que pretende obviar el enojoso asunto de la preeminencia por razón de popularidad. Hay en ello unas gotas de narcisismo, una afección muy común en la izquierda. Liquidamos este tema previo: solo una mujer. Raro, ¿no? En realidad, con todos los respetos para los demás firmantes, los dos puntos fuertes son Del Río y Garzón, aunque por motivos distintos.
Según noticias, el PSOE ha saludado la iniciativa y el grupo epistolar está ya de hecho incorporado a la Conferencia Política, en donde seguramente se debatirá y aprobará su escrito, por lo demás con propuestas interesantes y un tono un poquito almibarado. Es el primer resultado positivo del espíritu con el que los socialistas han preparado su encuentro: apertura a la rosa de los vientos; todo el que tenga algo que aportar, militante, simpatizante, votante, podrá hacerlo. El partido parece mostrarse muy abierto a la perspectiva ecologista y la feminista, pero de estos dos campos, especialmente el primero, más o menos organizado en Equo, no acaban de llegar signos alentadores. Por eso, bienvenidos los trece de la izquierda. Todo el mundo habla de unidad de acción, de frentes, de foros. El PSOE quiere recuperar terreno electoralmente perdido. Aunque una encuesta propia le dé ganador en las próximas elecciones europeas, el ánimo general, reflejado en otra es que el bipartidismo se hunde e IU podría llegar a 50 escaños. Lo nunca visto, aunque de sorpasso no hay señal. Por eso, bienvenida la aportación de los trece. El PSOE puede convertirse en polo en torno al cual cristalice una unidad de la izquierda.
Pero es un recurso con sus peculiaridades. La primera de todas, la personalidad de Garzón. El ex-juez tiene mucho prestigio jurídico, a pesar de haber sido condenado en firme y apartado de la carrera judicial por un tribunal de justicia. Pero como político no es especialmente afortunado. Más bien catastrófico. Su primer paso por el PSOE en 1993 fue un desastre en todos los sentidos que más vale olvidar. Con posterioridad, a raíz de su exclusión, ha intentado varias orientaciones pero es evidente que no acaba de encontrar su sitio, muy probablemente por su excesivo personalismo. Hace poco acompañaba a Llamazares en el lanzamiento de una de esas plataformas-alianzas-frentes-foros de la que, si no recuerdo mal, no quedaba excluido el PSOE a pesar de aquello del PPPSOE, ya se sabe.
Creo haber leído en algún lugar que el propio Llamazares ya se ha pronunciado en negativo sobre la actividad epistolar de Garzón. El díscolo juez va demasiado deprisa con la retórica unionista del asturiano. Su gesto, al parecer, compromete el espíritu de la unidad de izquierda que preconiza la llamada Izquierda abierta. Vamos, que es una "garzonada", una muestra del endémico narcisismo de la izquierda. Llamazares tampoco está libre de él; ni Cayo Lara; y no hablemos ya de Anguita. La fragmentación de la izquierda no es de ideas sino de personas, de héroes, referentes, bellas conciencias, cadáveres exquisitos.
En realidad, la expectativa de unos resultados electorales positivos para IU (y también para UPyD), hace imposible toda unidad de la izquierda que comprenda IU y PSOE. Por supuesto, también están los asuntos de principios, pero estos serían menos agudos si las perspectivas electorales fueran distintas. De hecho, muy probablemente, la iniciativa de los trece será presentada como una traición a la unidad de la "verdadera" izquierda. Nada nuevo. Traición sobre todo por la carga simbólica que lleva al legitimar el PSOE como un partido de izquierda.
Es que el elemento decisivo en el universo de la izquierda sigue siendo, guste o no, el PSOE. Las próximas elecciones, sin duda, serán decisivas para saber su futuro. Pero, de momento, está claro que tiene un suelo electoral seguro muy alto. Y, a partir de aquí, según como salga la conferencia política, ese suelo irá elevándose. Su conversión en partido dinástico, su manifiesta voluntad de gobierno mediante pactos de todo tipo, su propuesta de reformar la Constitución para federalizar el Estado, su promesa de recuperación del Estado del bienestar haciéndolo compatible con unas políticas económicas de raíz neoliberal (una verdadera cuadratura del círculo) son las líneas de su plataforma electoral. Si ello pudiera entenderse como una composición errónea, piénsese en que el PP obtuvo mayoría absoluta con una programa electoral en el que todo, de la cruz a la fecha, era mentira.
En fin, una unidad de la izquierda sin el PSOE es algo absurdo. Pero tampoco está mal que haya dos bloques de la izquierda compitiendo en las elecciones. Una vez cuantificadas las relaciones, cabrá empezar a pensar en pactos.
Dos observaciones sobre la tele de ayer: Salvados y Objetivo: la República.
Ver a Crespo soltando metralla no tiene precio. Anuncio de jugada: archivo de la causa de Bárcenas en diciembre. Eso no puede ser.
Ana Pastor está en Babia o nos toma por babiecos. Cifrar el coste de la Monarquía en España en 7,9 millones de euros que es solamente el dinero de bolsillo del Rey para sus chuches, ignorando las partidas de los distintos ministerios que sufragan sus aviones, sus comilonas, sus desplazamientos con sus infinitas comitivas, los actos oficiales, paradas, las revistas, el Patrimonio Nacional, etc., es literalmente ponerse el mundo por montera.