Aproximadamente cada cien años el Estado español firma un concordato con la Santa Sede, en 1753 con Fernando VI, en 1851 con Isabel II y en 1953 con el caudillo Francisco Franco que casi por ello consigue que lo hagan cardenal. Hubiera estado bien, ¿eh? Una dictadura regida con mano de hierro en lo secular y lo espiritual por el sublime ideal español del monje guerrero. El caso es que este año es el sexagésimo del Concordato de 1953, por el cual el Vaticano contribuyó, junto con los gringos a sacar a España del aislamiento internacional en que estaba por ser un Estado fascista según la ONU. A cambio, el Vaticano se quedó con el alma (y el dinero) de los españoles y los estadounidenses con pedazos de territorio en Torrejón, Rota, Morón, para sus bases. La cuestión es averiguar si ese Concordato de 1953 sigue o no en vigor, pues su artículo 1º reproduce, dulcificada, la vieja fórmula de la Constitución de 1812: "La Religión Católica, Apostólica, Romana sigue siendo la única de la Nación española y gozará de los derechos y de las prerrogativas que le corresponden en conformidad con la Ley Divina y el Derecho Canónico". Aparentemente eso no está en vigor. Pero, si se leen los acuerdos de 1979 y el de 1976, la cosa no es tan clara.
Para aclararlo celebramos la mesa redonda del anuncio en la Facultad de Políticas y Sociología de la Complutense, el próximo jueves, 17, a las 12:00. Participan François Coll, Juan José Tamayo, Beatriz Jimeno, Palmira Chavero, Jaime Ferri y un servidor. Entrada libre.