diumenge, 25 d’agost del 2013

Twitter mola.


En la Balada sobre la cuestión: "de qué vive el ser humano", en la Ópera de Tres Centavos, de Brecht (1928), Mackie "el Navaja" dice:"primero se papea, después viene la moral". Comer está en la base de todo y de todos, del rico Epulón y el pobre Lázaro. Pero, al mismo tiempo, no lo es todo, pues, ya se sabe que no solo de pan vive el hombre, sino también de toda palabra que viene de la boca de Dios (Mat, 4: 4). Supongo que, como buena creyente y, a pesar de su nombre, Teófila Martínez no aplicará los Evangelios, sino los argumentarios del partido. 

Y Dios está en Twitter. La noticia aparecía en todos los medios: Teófila Martínez la lía en Twitter con un comentario sobre quienes va a pedir para comer al Ayuntamiento y tienen twitter. Fíjense bien, Twitter es medio y noticia. Lo mismo sucede con toda internet, que es medio y noticia al mismo tiempo, especialmente en su forma más vibrante, como redes sociales. Quien no entienda esto (por ejemplo, Martínez) tiene difícil entender el mundo en que vive. Twitter es, como si dijéramos, la arena del mundo 2, de Popper, esto es, el de las realidades mentales, frente al mundo 1 (el de las realidades físicas) y el 3 (el del conocimiento objetivo). Tan alejado, pues, de la realidad material como de la teoría. Twitter es un lugar en el que te agarran por algo que has dicho y te despellejan. Y sin piedad.

Habiendo hablado de Twitter sin saber bien lo que decía, la alcaldesa -que es twittera- se sintió obligada a explicarse y acabó de liarla, al decir que hay gentes que dicen pasar necesidad, que reciben ayudas municipales, que se les paga la luz, el agua, el alquiler… y la realidad es que hacen política a través de las redes sociales hasta el punto de boicotear un acto.

Y en cosa de minutos Twitter la había clavado: lo que quería decir Martínez es que, si eres pobre, no tienes derecho a opinar.


Con lo que queda claro el fondo clasista de las intervenciones de los políticos conservadores. Es el primero se papea, de Brecht, pero al revés: si te doy de comer, te callas. La política caciquil del antiguo régimen con espíritu de dama del Domund. La política cortijera de los señoritos que manejan los recursos públicos como si fueran de ellos. El recurso a la actividad asistencial pública es un derecho de los ciudadanos. Y los derechos, señora, no son graciables. Además, si una se escandaliza de que alguien pida de comer estando en posesión de un bien material modesto de uso personal como Twitter, ¿en dónde se traza el límite? ¿Por qué no escandalizarse también de que el pedigüeño lleve zapatos? En fin, ejem, los pobres deben ir en zapatillas o en abarcas, según sean urbanos o rurales.

Twitter es una trituradora, es una potente máquina de deconstrucción que deja al que discursea en pelota picada. Un tuitero decía: Tener cuenta en Twitter es de pobres; lo bueno es tenerla en Suiza. Son 140 caracteres como ráfagas. Twitter extrema el conceptismo. Y descansa sobre complicados entendidos. No es fácil, y se entiende que doña Teófila no sepa bien lo que dice aunque quizá por ello revela a las claras lo que es.

En 140 caracteres se dirimen intrincadas cuestiones morales con el concurso de cientos, de miles de personas que intervienen en absoluta libertad, sin apriorismo formal o substancial alguno. Pongo un interesante ejemplo sobre el cual merecería la pena hacer un estudio en profundidad puesto que los datos están todos en Twitter: se trata del accidente de moto de la delegada del gobierno, motera, twittera activa y protagonista de una controvertida política de orden público que muchos encuentran autoritaria, represiva y presuntamente ilegal, entre ellos, Palinuro. La máquina se ha puesto en movimiento y en horas ha mostrado todas las posibles opiniones, desde todos los puntos de vista. Ha habido de todo: quien se ha alegrado, quien lo ha lamentado, quien ha criticado a los que se alegran, quien ha criticado a los que lo lamentan; se han hecho todos los matices y todas las comparaciones, con Chávez, con Carrillo y se han emitido todos los juicios posibles, los deseos, los temores, las chanzas. Todo. Esto es lo que hace de las redes sociales, en especial Twitter, el ágora contemporánea, una feria de intercambios rapidísimos que, sin embargo, tiene una memoria de elefante.