dissabte, 24 d’agost del 2013

Rubalcaba y el PSOE.


El PSOE es el único partido que puede ganar las elecciones al PP, como ya lo ha demostrado seis veces. Parece innecesario decirlo, pero no lo es porque una parte importante del discurso de la izquierda va orientado a ocultar este sencillo dato con el fin de alimentar ilusiones sobre las posibilidades, hasta ahora inéditas, de otros grupos. Repitamos: el PSOE es el único partido capaz de ganar elecciones al PP. Será mejor o peor, más o menos a la izquierda, más o menos competente, pero es el único medio que tenemos los ciudadanos de librarnos de esta banda de ladrones que, presidida por el dirigente más incompente de Europa (según Nigel Farage, y el más corrupto, embustero y trincón añadimos aquí) está desmantelando el Estado del bienestar, arruinando a los españoles, empujándolos a la emigración, mientras sus miembros se forran con todo descaro.

Es una situación de emergencia. Hay que librarse de esta peste antes de que la peste acabe con el país. Y, para eso solo contamos con el PSOE, incluso en sus horas más bajas, frente a unas derechas unidas como una piña con el único cemento que entienden: la pastuqui. En esta situación, los propósitos de IU son el enésimo intento del sorpasso de la socialdemocracia traidora y blablabla que lleva ochenta años fracasando. Cayo Lara puede desgañitarse pero no va un centímetro más allá de la fantasía anguitista de arrebatar al PSOE la hegemonía en la izquierda y se orienta a producir el mismo resultado: allanar el camino al gobierno de la derecha como aquel. De las fuerzas a la supuesta izquierda de IU da hasta pereza hablar. Muestran una relación inversamente proporcional entre la vaciedad de su huera retórica (hecha de "frentes", "luchas", "clases", "enemigos", "alianzas", etc) y sus posibilidades reales: un refugio de narcisistas resabiados sin más eco que en sus docenas de incondicionales a quienes regalan los oídos llamándolos mayoría.

Al frente del PSOE se encuentra Rubalcaba, un político digno sobre quien, a pesar de sus muchos trienios y del odio que suscita en la derecha y sus mercenarios mediáticos, nadie ha conseguido proyectar ni la sombra de una duda en cuanto a integridad y dedicación. Al respecto, una observación: los portavoces del PP, ese puñado de chuletas faltones, suelen retar a Rubalcaba a mostrar sus declaraciones a Hacienda, como, dicen, ha hecho Rajoy. Es la habitual mentira ponzoñosa. Ni Rajoy ha mostrado nada más que una declaración de un año (y, encima, distinto del que se le pedía) ni Rubalcaba tiene por qué mostrar nada solo porque lo pidan estos jayanes pues sobre él no recae sospecha alguna de ser un corrupto, trincón, un pillasobres, como sí recae y gorda sobre Rajoy. Añádase a ello que Rubalcaba es hombre preparado, despierto, trabajador, con prestigio. La militancia de su partido lo aprecia y parece dispuesta a respetar lo que quizá sea su legítimo deseo de culminar su carrera con una puja por la presidencia del gobierno. También en esto queda claro que el PSOE no es el PP. El PSOE es un partido de verdad, con historia, solera y tradición y no una asociación de corruptos.

Pero la realidad es la que es. Dos años después de su derrota electoral, Rubalcaba no solamente no ha remontado las expectativas de voto del PSOE sino que las ha hundido más; no ha mejorado su valoración ciudadana, que sigue siendo la peor. Puede parecer injusto y cruel. Pero es así. Rubalcaba ha pasado de ser el político mejor valorado a ser el peor. Si no quiere ver que la opinión pública parece señarle que ha alcanzado el principio peteriano de la máxima incompetencia es que está ciego. Una ceguera humanamente comprensible pero no menos destructiva para su partido. Caya Lara solo no superará jamás al PSOE en votos, pero quizá lo consiga con la ayuda de Rubalcaba.

El PSOE no yace en el fondo del pozo, desmoralizado, sin expectativa razonable, sin pulso, sin discurso, como el boxeador noqueado frente a un potente rival; no. Al contrario, su rival está peor que él: desprestigiado, corroído por la corrupción, enfrentado en su interior en un sálvese quien puede, dirigido por un personaje desacreditado y ridículo al que cualquier día el juez quizá lo impute por presunto chorizo. Y eso es lo alarmante. Que un partido, un verdadero partido, con sólidas raíces, autoestima, experiencia de gobierno y responsabilidad, no sea capaz de abrumar a una mera asociación hecha deprisa y corriendo hace veinte años con el fin de trapichear, repartirse los expolios y, presuntamente, estafar a la ciudadanía, debiera ser objeto de análisis. Un partido no puede ser patrimonializado por nadie, por muy legítimo secretario general que sea, con el fin de valerse de él para su proyecto vital. Un partido como el PSOE, centenario, es propiedad de sus militantes, de sus votantes, incluso de la sociedad en su conjunto.

Es verdad que corren malos tiempos para la socialdemocracia, pero eso es irrelevante. Navegar con viento favorable no tiene mérito. El mérito está en hacerlo con viento desfavorable y llegar a puerto. A lo mejor sucede que los distintos partidos socialistas europeos no tienen líderes más adecuados y deben cambiarlos. Es lo más probable. Y, por supuesto, hacerlo de modo democrático y civilizado, respetuoso con la dignidad de las personas. No es preciso señalar que esa consigna de que la socialdemocracia es igual a la derecha (que en España toma la forma del lema de "PSOE y PP la misma mierda es" prueba de una ignorancia asnal) a quien verdaderamente interesa es a la derecha y por eso la repite incansable la izquierda transformadora, esa que no ha transformado nada, ni lo hará.

Es obvio. Lo ha dicho Odón Elorza, matizando unas declaraciones de Elena Valenciano que no he encontrado en la red y en las que la número dos dice no ver a nadie más adecuado para optar a la presidencia del gobierno que Rubalcaba. Claro, ¿qué va a decir? ¿Que es vicesecretaria con Rubalcaba pero preferiría serlo con Perico de los Palotes? En su estilo comedido pero claro Elorza lo señala: algo pasa cuando el equipo no asciende. Cierto, cierto. Lo sabemos todos. Entonces, ¿por qué no se hace nada? Palinuro sospecha que por dos razones:

Primera. Porque, en efecto, el PSOE no es el PP (ni, desde luego, IU). Es un partido de larga tradición democrática, con bastante cohesión interna, con una cultura política de tolerancia y respeto, con una especie de conciencia de familia. Rubalcaba ganó -por escasísimo margen- las elecciones al cargo y está en su derecho de seguir hasta el final. Pero, a mitad del mandato, es patente que su proyecto ha fracasado. Está también en su derecho de obstinarse en agotar su tiempo y marcar el calendario a su mayor conveniencia y, aunque a regañadientes, nadie se lo va a negar. Pero parece la fórmula más segura para un desastre de proporciones aun más históricas del que cosechó hace dos años.

Segunda. El PSOE necesita una limpieza y actualización internas considerables. Largos años de mando, inercias del poder, intereses creados, clientelismos, familias internas, prácticas caciquiles, lo han afectado mucho y le restan agilidad, flexibilidad, rapidez y capacidad para articular un discurso que conecte con la gente. Valenciano dice no ver a nadie en el PSOE más apto que Rubalcaba. Yo -y, sospecho, cualquiera-, sí. Los tres que más suenan, sin ir más lejos: Chacón, Madina, López. Tengo dicho que personalmente me inclino por Chacón. Pero eso es como mal menor. Si por mí fuera, convocaría primarias en seis meses y daría ese tiempo para que surjan candidaturas nuevas, nuevos rostros, estilos, ideas. Si después no queda otro remedio, a lo mejor deben elegir entre los tres citados pero la experiencia dice que la innovación jamás vendrá de la mano de quienes llevan años gestionando más o menos lo existente hasta conseguir el desastre actual.