dimarts, 20 d’agost del 2013

Respuesta abierta de Rajoy a la carta de Palinuro.


(Me la he inventado, desde luego, pero también se inventan las noticias muchos periodistas. Basta con ver las portadas de La Razón que, por cierto, es lo único que la gente ve de ese diario. Los columnistas y el resto de la publicación son la tramoya del cartel para que parezca un periódico. Si se limitara a editar la portada y la paseara luego por las televisiones se ahorraría una pasta.)

Estimado conciudadano Palinuro: gracias por su carta abierta del pasado trece de agosto, titulada Carta abierta a don Mariano Rajoy en la cual me invita a dimitir. Me he tomado unos días para contestarla por la razones que paso a relatarle. Pero, antes de nada, ya le anticipo que no pienso dimitir. Por si acaso decide usted no seguir leyendo, aunque no me parecería propio de su reconocida elegancia.

Antes también permítame decirle que son ustedes, la izquierda en general, unos exagerados. Están armando un quilombo por las noticias puntuales, esporádicas, sobre algunos excesos de los muchachos de Nuevas Generaciones, perfectamente explicables por su corta edad y el fuego que late en sus venas juveniles. Que si saludos brazos en alto, si banderas fascistas, si una esporádica paliza a algún marxista peligroso. Chiquilladas, hombre, chiquilladas. ¡Y ese cuento de que la señora De Cospedal se haya llevado a los militantes de NNGG a gastos pagos, como si fuera su guardia pretoriana a protegerla en Madrid y, de paso, atacar a los preferentistas! Falsedades. De Cospedal es una dirigente democrática, querida por el pueblo que gobierna y a quien aplauden y vitorean por las calles las clases populares enardecidas.

Aclarados esos extremos, los asuntos de la alta gobernación del Estado que me han tenido ocupado últimamente son la crisis y cómo salir de ella y esa provocación británica en Gibraltar. De la crisis hablo poco, lo admito, pero pienso mucho. Además, de hablar ya se encargan los emprendedores, esos que ustedes los rojos llaman la patronal y que son quienes verdaderamente crean riqueza y no los sindicatos, que solo la dilapidan. El señor Rosell -un patriota- propone eliminar algunos privilegios de los trabajadores con contratos indefinidos. Muy puesto en razón. Así se acaba con esa irritante desigualdad con los trabajadores con contratos temporales. ¿No son ustedes tan sensibles a las desigualdades?  Lo lógico sería, todos temporales. Contratos por horas; por minutos. También los funcionarios. Lo explica muy bien Fernández Lasquetty que está haciéndolo de cine en la CA de Madrid: es ineficiente una administración pública rebosante de funcionarios vitalicios que cobran lo mismo hagan lo que hagan. Es mucho mejor hacerlos precarios y que su contrato dependa del ojo clínico del señor Fernández Lasquetty; es de puro sentido común. Ya sé que el señor Fdez. Lasquetty no juega con su dinero. Pero debe usted tener en cuenta que planeamos ganar todas las elecciones de aquí al fin de los tiempos. Tenemos donativos de sobra para eso y mucho más. Siempre habrá un Fernández Lasquetty por el bien de la sanidad.
 
Lo de Gibraltar me ocupa mucho. Según ustedes, es una cortina de humo. Eso quisiera yo. No conocen ustedes a Margallo ni a Trillo, el embajador en Londres. Los dos quieren derrotar a Inglaterra en el mar, quitarse la espina de la Invencible y Trafalgar. Como les dije que España es una gran nación, se lo han creído. Y yo copiaba un título de un libro de Mayor Oreja que ese sí que es un cruzado de la causa. Son asuntos que han de tratarse en inglés, una lengua que, cumpliendo con mi deber, estoy aprendiendo, razón por la cual veraneo en Pontevedra.
 
Pero le reconozco que lo más agobiante es ese apestoso asunto de Bárcenas. Floriano ha vuelto a salir por peteneras, desobedeciendo mis órdenes. En fin, es un hombre fogoso, pero no muy listo. La caja B, la caja B. Ya dije yo en el Congreso que no existe ni ha existido jamás. Y ya está. Silencio. Mencionar la bicha otra vez, aunque sea para meterse con un quidam del PSOE, es liarla, es dar munición al adversario. Ya están los socialistas pidiendo que comparezca otra vez porque, según ellos, he mentido. Pero no es cierto. Di mi versión en mi comparecencia y no tiene sentido que vuelva porque daría la misma. Luego quieren reprobarme. ¡Habráse visto! Y, encima, siguen amenazando con la moción de censura pensando que me preocupa. No es cierto. Es más, ¿sabe cuándo van a presentar esa moción? Al día siguiente de la Diada catalana porque sostienen que no me ocupo del contencioso catalán. Porque ellos lo digan. Estoy en tratos secretos con Mas (esto es off the record, claro) para llegar a un entendimiento con el pacto fiscal. Ya verá como funciona. Al fin y al cabo, estos catalufos van siempre buscando la pela. No como nosotros, que no estamos en política por dinero.  Fíjese en Morenés, o en Cañete o en Báñez. Gente rica, hombre, como Dios manda.

Está bien que la gente rica gobierne y no contradice nuestro nombre de partido popular. Nada más popular que un rico. Son los que saben. En cuanto a quienes no lo somos, hombre, vamos aprendiendo y haciéndonos un capitalito poco a poco. Pero siempre legalmente. Ya sé que los llaman ustedes sobresueldos. Una de sus habituales insidias. De sobresueldos, nada: compensaciones, pagos por desempeño de cargo, gastos de representación. En fin, lo que hace todo el mundo. Claro que yo también los he cobrado. Soy el que más trabaja. Normal si soy quien más cobra. Pero de sobresueldos, amigo, nada. A no ser que se refiera a que los cobramos en sobres. No querrá que lo hagamos en talegos.
 
Por si los acontecimientos giran a peor, ya he filtrado que estoy pensando en cambiar el gobierno y hasta la dirección del partido. Así el personal se entretiene haciendo cábalas. Pero, en realidad, no pienso cambiar a nadie del gobierno. Los que tendrían que salir, los más arrogantes y problemáticos, Gallardón, Montoro y Wert están en momentos distintos de la actividad legislativa y pendientes de ver cómo funcionan las reformas que han realizado. No es momento de quitarlos. Los otros son tan dessastre como estos, o peor aun, pero me caen simpáticos, les tengo ley. Como a Ana Mato, que no sabe hacer nada, pero la pobre ha pasado por malos momentos. Por eso también hubo que meterla en los sobresueldos.

Entenderá usted, amigo Palinuro, mis poderosas razones para no dimitir: soy necesario, soy imprescindible, soy providencial. Aznar lo pensaba de sí mismo, ¿por qué no yo también?

(La imagen es una foto de La Moncloa en el dominio público).