Ya está. Esa feroz montaña española, ese Mulhacén, ese Teide gigante, ha parido su habitual ratón. Un pacto sobre Europa concluido por teléfono entre los dos líderes españoles más importantes y al que no se ha sumado ningún otro. Una pena, porque hay carencia de eso que los políticos valoran tanto y llaman consenso con trémula voz para mostrar que no son una manga de groseros patanes, dispuestos a liarse a mamporros, sino un retén de caballeros. Dejarse fuera a los pequeños, además de mal gusto, denota cortedad de vista, cosa que se notará si el pacto o pactillo fracasa, como es más que probable porque ni siquiera se fija objetivos mensurables sino que es una mera súplica. Las autoridades europeas ya se han encargado de avisar a las españolas de que no piensan hacerles caso,vengan de a dos o de a doscientos.
Dando por descontado el fracaso de este minipacto es claro que los partidos pequeños rentabilizarán su oposición mientras que el PSOE aparecerá como el héroe de Jouhandeau, cornudo, colgado y contento, como el aliado del enésimo fracaso de Rajoy que lo uncirá a su carro del Recortador Victorioso y arrastrará su cadáver de plaza en plaza. Hábil maniobra del gran estratega.
Es que este pacto es una de las cosas más absurdas que se hayan imaginado. A Rajoy, con su mayoría absoluta, le malesta pactar y Rubalcaba no puede permitirse que el pacto lo lleve a apoyar políticas del gobierno profundamente antipopulares, injustas, reaccionarias. Porque, ¿qué esperan ambos encontrar en Europa con su pacto? Si acaso gestos de estupefacción entre los políticos europeos asombrados de que los españoles tengan que formalizar como pactos solemnes y excepcionales cosas que son elementales y de sentido común como que, en asuntos de intereses exteriores de España como Estado, no puede haber diferencias entre los partidos. Es más, lo que uno consigue al ir de pactista es, precisamente, demostrar que esa situación de normalidad democrática suprapartidista en España no se da. Y ahí están los partidos pequeños para recordarlo a gritos agraviados.
¿Es o no un ratón un pacto innecesario? Innecesario y, al menos para el PSOE, contraproducente. Que es innecesario los dos pactantes lo han escenificado por teléfono, quizá por el móvil, mientras subían al ascensor de su casa. Que es contraproducente para el PSOE es algo que no precisa mayor comentario a la vista de la experiencia que muestra la trayectoria del PP en cuanto al respeto a los compromisos.
Es lamentable pero este pacto solo se entiende por la hegemonía de la política como espectáculo. Lo importante no es el contenido del pacto. Lo importante es que se nos vea pactando: somos gentes responsables, preocupadas por los destinos del país antes que por las fortunas de nuestros partidos. Vótenos. Confíe en nosotros. ¡Somos capaces de pactar!