dijous, 16 de maig del 2013

El paso del tiempo.


Extraigo la imagen del twitter de Ramón Tremosa, eurodiputado de Convergència i Unió, y profesor de economía en la Universidad de Barcelona. Obviamente se trata de un montaje que circula por la red. Una foto de un jovencísimo Pérez Rubalcaba, casi adolescente, flanquea un texto entrecomillado, cuya autoría se le adjudica, con una declaración de principios sobre el derecho de autodeterminación que se da de trompadas con lo que el fotografiado dice casi cuarenta años después. La intencionalidad parece bastante clara: poner a Rubalcaba ante su propia incoherencia conceptual.

Por supuesto no se trata de lo que en las redes se llama un fake, una falsificación. La imagen probablemente sea auténtica. Carezco de medios para comprobarlo y, en realidad, es irrelevante. Su función es accesoria, consiste en cargar de sentido el texto adjunto y para eso valdría aunque el fotografiado fuera otro siempre que se le pareciera.

Lo importante es el texto y este sí es reproducción fidedigna del apartado 1º de la resolución sobre Nacionalidades y Regiones aprobada en el Congreso del PSOE, en Suresnes, en 1974. Por entonces, Rubalcaba tenía veintitrés años y estaba en la primavera de la vida. Un poco pronto para ir soltando doctrina por los congresos. Además, ese fue el año de su ingreso en el partido. Aunque el joven Rubalcaba hubiera ido de delegado al congreso, que no lo sé de cierto, habría que demostrar que el tenor de esa declaración fuera de su estricta autoría porque eso es lo que se da a entender al entrecomillar el texto y atribuírselo sin más al hoy secretario general. Sin embargo, las resoluciones de los congresos no llevan firma personal y, en lo que se me alcanza, Rubalcaba pudo haber asistido al congreso, haber votado en contra de esta proposición y, no obstante, haber sido esta aprobada. De ser este el caso, no sería cierto ni, por lo tanto, justo, adjudicar a Rubalcaba un pronunciamiento tan contrario a lo que hoy dice. El señor Tremosa haría bien en revisar esta cuestión y cerciorarse de que lo que atribuye a Rubalcaba es, en efecto, de Rubalcaba.

Ese es el asunto, el fondo del asunto, el derecho de autodeterminación de los pueblos y naciones de España. El mismo Rubalcaba de la imagen, con cuarenta años más, sostiene que el derecho de autodeterminación no existe. Dudo mucho de que haya defendido personalmente jamás el derecho de autodeterminación, ni siquiera cuando era más joven y tenía pelo, ni siquiera aunque fuese un poco transgresor y libertario, como se usaba por entonces.

En fin, si no Rubalcaba, el PSOE reivindicaba un derecho de autodeterminación que ahora niega. Señalar esa aparente contradicción posee su lógica en la refriega política, pero tiene una valor relativo. Las gentes, los partidos, cambian con el paso del tiempo. Quienes antaño defendían un criterio, hoy defienden otro. Las circunstancias puede haber cambiado o ellos se lo han pensado mejor. O peor. Pero todo cambia. La eficacia  de emplear los cambios como arma arrojadiza está en relación inversamente proporcional al tiempo que haya pasado. Un cambio en menos de veinticuatro horas será siempre más llamativo y escandaloso que otro acaecido a la largo de cuarenta años. Lo escandaloso aquí, probablemente, sería que no hubiera cambios.

A mediados de los años setenta del siglo pasado, a punto de morirse el Invicto, la izquierda era más radical que ahora y más doctrinaria. El PSOE era marxista, hablaba de lucha de clases y se apuntaba a todas las reivindicaciones que sonaran a revolucionario y el derecho de autodeterminación así lo hacía. Con el paso de los años y la experiencia de gobierno, el Partido Socialista se ha convertido al nacionalismo español y el derecho de autodeterminación se ha quedado por el camino. Las razones por las que ha procedido así están muy bien expuestas en una artículo de Txiqui Benegas titulado Las confusiones sobre el derecho a decidir, aunque a Palinuro no le resulten convincentes.