dimecres, 24 d’abril del 2013

Los desahucios de la razón


Han dado el Cervantes a Caballero Bonald, un incómodo típico que anda siempre soltando inconveniencias. Lo dice él mismo en la entrevista al periódico: que está indignado desde que nació. Los poetas son así, absolutos. Nada de medias tintas. Bueno, también puede haber medias tintas; pero absolutas. La poesía es el saber absoluto que perece cuando se revela. Por eso el poeta es una llama que va alumbrando incendios, guerras. Esto de hablar de la poesía como arma es también frecuente en los poetas más radicales. Son profetas armados de poesía. 

Así pues, un Cervantes para un hombre incómodo, pero nada aparatoso como son a veces los intelectuales, flamígeros, sino de un discreto vivir. Incómodo en sus expresiones, en sus actitudes, en sus actividades, republicanas la mayor parte del tiempo. Y está bien que sea así. Cervantes es el escritor más incómodo que cabe imaginar. Su mirada no respeta ninguna seguridad. Don Quijote dice abrazar una ley, la ley de la andante caballería, pero está tan cuajada de excepciones que no es sino el vademecum del propio Cervantes.

El poeta dispara su arma con cartuchos dum-dum. Los desahucios de la razón espeta al presidente del gobierno, allí presente, junto al príncipe de Asturias y "otras autoridades", como decía el NO-DO. No hay fórmula más contundente: es el conjunto de la política del gobierno el que es un desahucio de la razón, pues lleva al país al desastre en función de una creencia dogmática en unas propuestas que ni siquiera entiende.