dissabte, 16 de març del 2013

La peineta y el reino.

Olvídense de las cuitas del déficit, del impacto de la corrupción sobre la legitimidad de las instituciones. Hagan caso omiso del desmantelamiento del Estado del bienestar e ignoren el desvergonzado clima de propaganda de las autoridades y sus medios al insistir en que el desmantelamiento es conservación y robustecimiento del sistema de servicios públicos. No se den por enterados de la concepcion descaradamente patrimonial de la administración, basada en el expolio de lo público en beneficio de intereses privados todo ello sembrado de enchufismo. Son futesas. El símbolo definitivo es el del dedo enhiesto, la peineta. Ahí está BB (Bomba Bárcenas) al regreso de unas vacaciones merecidas por su intenso trabajo, esperado por las turbas periodísticas, haciendo una robusta peineta al mundo entero, al país, al gobierno, a su presidente. En esa peineta se resume la rebelión de la sentina del buque contra el puente de mando. Ese dedo, digno de un Moisés de Miguel Ángel, y ese gesto desafiante son la iconografía del momento.

Y no solo de este momento sino de muchos otros. El hoy embajador Trillo se marcaba una peineta como esquinada con motivo de algún jolgorio oficial de la Comunidad valenciana que le salió agrio por las protestas. Lleva una mano sobre el hombro del entonces presidente Camps, el protagonista de uno de los episodios más cómicos y cutres de las corruptelas españolas, al modo en que se toca el santo. Se escorza a la izquierda con una sonrisa que da grima y muestra el tieso dedo, la peineta esencial de la política española en el concepto de la derecha. Esos son los gestos que perduran en la historia. Definen al personaje y complemetan aquel estentóreo ¡Viva Honduras! ¡Viva Honduras con peineta! Juegos de manos, juegos de villanos. Y así va la cosa en el solar patrio: de jayanes mostrando la peineta a la concurrencia. Es esta, señora, tierra de bravos. No manca finezza, como decía Fanfani. Manca forza, manca bravura!

Debe reconocerse en honor a la verdad que no toda peineta de la derecha tiene ese aspecto entre vulgar y jesuítico. También hay una gloriosa peineta neoliberal en el contexto de Alma Mater. Ahí es nada ese perfil aguileño recortado a buril sobre la puerta del Aula Magna y ese dedo enhiesto en forma tan poco frecuente. El líder es único hasta para construir la peineta. Esas falanges que se doblan sumisas ante la superioridad del Jefe son prueba clara de lo que llaman "comunicación no verbal". Es el halcón mirando a las palomas con ojo depredador. Y al otro lado, fuera de campo, pues este está determinado por la peineta aznarina, unos estudiantes protestando contra la presencia allí del profesor de Georgetown. Es una peineta en passant. La gloria y el triunfo haciéndosela a los protestatarios, los envidiosos, los fracasados.

La testa coronada de España también hace la peineta con donosura. Es una muestra de ese carácter campechano y populachero de los Borbones y que tanto los hermana con sus amados pueblos o tal cosa afirman los cortesanos. Es una peineta real o Peineta King Size. Coincide además con un gesto amable de la Reina, una palma alzada medio a la romana y medio a lo siux que sirve para demostrar dos cosas: la primera, que la Reina es una dama; la segunda, que es un matrimonio maravillosamente concertado y seguramente bien avenido. Hay una evidente continuidad entre el gesto de Bárcenas y el del Rey. Es la línea de mando del orden constituido. Una jerarquía que arranca de la sentina y llega hasta la cúpula del Estado, todos con el dedo erguido. Los estudiantes, los periodistas, los vascos, los ciudadanos en general, peineta.

Faltan algunas peinetas en la galería, especialmente la empresarial, la eclesiástica y la bancaria. Pero no es difícil imaginarlas. Son las imaginarias peinetas de un Díaz Ferrán, un Rouco Varela o un Rodrigo Rato. ¿Los clientes, los trabajadores, los fieles, los creyentes, los impositores, los accionistas? ¡Peineta, hombre, peineta! Y, ya puestos, peineta a los suicidas. "No haberse endeudado", como decía una exministra socialista de la Vivienda, la que coincidió con la burbuja inmobiliaria y no hizo nada por pararla o lo que hizo no lo consiguió

En el repertorio de gestos políticos, ¿qué lugar ocupa la peineta? No es el puño levantado, que remite a la guerra de clases, ni el saludo brazo en alto, alborada de imperios. No; es un gesto más concreto, más de tú a tú, menos ampuloso, es un "te jodes, que tú estás ahí, pegando berridos y yo hago lo que me cantan las partes. ¿Comprendido, pringao?"

(Las imágenes proceden de la red. No he conseguido establecer la autoría. Palinuro no tiene inconveniente en atribuir la autoría que corresponda, ni tampoco en retirar la imagen si el autor así lo desea y en substituirla por un enlace a su sitio original).