Todo el mundo estaba tan contento con la solución adoptada. Agotados pero sonrientes salían los ministros de la reunión del Eurogrupo. Misión cumplida. Hasta la señora Merkel se hizo fotografiar haciendo pacífico ganchillo en un centro social. Ganchillo, una de esas destrezas manuales -no tan complicada como el encaje de bolillos- que requieren concentración mental, serenidad y sosiego. Efectivamente, nada de qué preocuparse y, además, añadía la cancillera, es justo que paguen la crisis los responsables de provocarla. Más razón tiene usted que un santo, señora. Pero ¿por qué limitar este hallazgo a la feliz isla de Chipre? Digo feliz, no por su historia, llena de violencia, debido a su situación geográfica, sino porque es uno de los dos lugares que presumen de haber sido cuna de Venus, llamada Venus cipria por eso.
La tranquilidad duró un telediario. El ambiente se enrareció cuando el presidente del Eurogrupo, Jeroen Dijsselbloem, hizo saber que el acuerdo era tan bueno que podía servir de ejemplo en otras partes. Zas. Batacazo. Todas las bolsas se fueron a pérdidas y los índices a rojos. Las crónicas hablaban de que las declaraciones habían provocado el nerviosismo y la inquietud en los mercados. La pregunta inmediata es ¿por qué? ¿Por qué una buena solución desata reacciones tan negativas? Porque quizá no sea tan buena para quienes reaccionan. La primera muestra está en la supresión del paraíso fiscal chipriota. Los paraísos fiscales son un gran negocio, mueven mucho dinero, lo ocultan o lo blanquean. Todos los beneficiarios de la paradisiaca fiscalidad considerarán que la medida es mala.
Pero la alarma, el tortazo de las bolsas, la subida de la prima de riesgo no se deben solo a la cuestión del paraíso fiscal. Lo que verdaderamente espanta a las plazas financieras es que se generalice la "buena" solución chipriota. Esa es la cuestión: garantizar los depósitos hasta 100.000€ y hacer una quita del 30% en los de más de 100.000€ es una medida de izquierda, es la materialización de la propuesta de la izquierda de imponer un gravamen excepcional a las grandes fortunas. Este es el pánico de los mercados: que algo así pueda suceder en España, en Portugal o quizá en Italia. El temor a que, en efecto, paguen la crisis los responsables de provocarla, como dice Frau Merkel haciendo ganchillo y en coincidencia con las reivindicaciones de la izquierda y los movimientos sociales de que la crisis la paguen los responsables
Así pues, el miedo a las medidas de izquierda, aunque sean adoptadas por la derecha. Se añade que la intención es, además, dejar caer los bancos que quiebren. Es decir, lo recaudado por el impuesto a los ricos irá a reducir el déficit y -esta es la petición de la izquierda- a compensar a los sectores más desfavorecidos por la rapiña que han venido padeciendo a manos de los neoliberales, es decir, ni un solo euro de ese dinero a rescatar más bancos. Y, si no he leído mal, Nicosia anuncia que se iniciaran acciones penales contra los responsables de la crisis. Es decir, Chipre parece seguir la vía de Islandia en lo que quizá influya algo la común condición insular de los países.
Si alguien duda de que la Troika, la señora Merkel, el sanedrín del neoliberalismo, puedan adoptar una medida de izquierda no tiene sino ir a Rajoy a proponérsela dado que, al fin y al cabo, es bendecida por su mentora alemana. Sería algo así: "Oiga, don Mariano, que no hace falta que siga usted machacando a la pobre gente con sus rebajas, sus recortes, sus socaliñas; que puede usted dejar en paz las pensiones; que puede usted imponer una quita del 30% a las cuentas de más de 100.000 euros, Con ello pagará usted asimismo un pico, dando así un inmarcesible ejemplo de probidad y civismo".
No suena ¿verdad? Y menos del lado de uno que se hacía subir el 27% el sueldo del partido (tampoco muy legal en sí mismo, cuando se cobra también como diputado) mientras predicaba austeridad a los demás y los animaba a aceptar bajadas de sueldos y/o aumento de jornadas laborales. Aquel famoso hay que trabajar más y ganar menos del modelo de empresarios, Díaz Ferrán, hoy en el trullo por presunto mangante.
No, no suena y menos del lado de un presidente bajo sospecha de haber recibido dineros irregulares vía sobre. Pero es la solución que se considera aceptable para otros lugares, entre ellos España. Bien es cierto que el Eurogrupo comenzó una confusa ronda de desmentidos al ver la muy negativa reacción de las bolsas, pero la evidencia canta: hasta la derecha tiene que recurrir a medidas de izquierda. Porque funcionan y causan menos destrozo, menos desigualdad, menos sufrimiento.