dissabte, 9 de febrer del 2013

Adiós a la gran ilusión.

El Partido Comunista francés (PCF) ha suprimido el emblema de la hoz y el martillo de los documentos acreditativos de miembros del Partido de la Izquierda Europea en el que está integrado. Hay intenso debate en el país vecino. Ya puede suponerse que la dirección actual y su secretario nacional, Pierre Laurent, justifican la medida en aras de la actualización, la modernización del mensaje, la necesidad de adaptarse a las nuevas exigencias y otros razonamientos de este tipo. Los veteranos, los comunistas de la línea dura, los nostálgicos de los tiempos dorados de la grande peur de l'après guerre ven un paso más en la amarga pendiente del PCF hacia la irrelevancia política y el olvido. Los diez diputados comunistas hoy en la Asamblea Nacional son el triste precipitado de aquel nutrido grupo de 182 que llegaron a ser en sus años de pujanza. Es un debate inevitable en los procesos de adaptación de las organizaciones sociales a los cambios en la realidad. Cuando se tocan los símbolos, un mundo entero de significados que quizá llevaba años en hibernación, de pronto se estremece y se viene abajo. Hay quien dice que la hoz y el martillo, al desaparecer, se lleva consigo la identidad comunista.

Será lo que quedaba de ella, que era bien poco. Apenas un eco de lo que fue. El propio término comunismo, cada vez menos en uso entre sus teóricos seguidores, ya no significa gran cosa. No designa un orden social futuro claramente determinado; tampoco una política específica en el marco de los Estados capitalistas que son hoy todos excepto uno o dos. El comunismo en Europa trata de apropiarse y revitalizar una socialdemocracia ideal de la que previamente tiene que echar a sus inquilinos tradicionales a los que, para no perder la costumbre, viene atacando hace ya cerca de cien años, aunque con tan escaso éxito como en todo lo demás.

A esos efectos, la hoz y el martillo son un estorbo. Pero vivirán para siempre en el recuerdo visual del tumulto del siglo XX que quiso cambiar el mundo

(La imagen es una foto de Ben Sutherland, bajo licencia Creative Commons).