El carácter pacífico y poco amigo de pendencias del ser humano hace que, cuanto más violenta e irracional sea una actitud, más en el fondo se la respete, antes por temor que por convicción. Esas ejecuciones públicas de homosexuales en el Irán con grúas no son peculiaridades culturales o religiosas sino simples crímenes inhumanos que debieran mover a las naciones civilizadas de la tierra a romper relaciones con bárbaros de tal calibre.
Pero eso no sucede porque, en realidad, la homofobia es una actitud mucho más extendida de lo que parece. No tan extrema como entre los iraníes, más suave, pero también muy injusta y dañina para la concepción de la dignidad de la persona. Las intervenciones públicas de la jerarquía católica, sus diatribas contra la homosexualidad disfrazadas de paternal congoja por los destinos de los homosexuales como ovejas desviadas carecen de fundamento evangélico.
No obstante, los católicos son muy libres de seguir las enseñanzas de sus obispos y adecuar a ellas su comportamiento. Pero esa forma concreta de proceder respecto de los homosexuales no tiene por qué extenderse más allá de los límites de su religión. Los homosexuales no católicos no tienen por qué tolerar que los traten de desviados, de enfermos o de pecadores. Ese es un problema exclusivo de los homosexuales católicos.
La homofobia, una actitud que considero incomprensible, lo impregna todo. Eso se ve en la cuestión del matrimonio gay. El Tribunal Constitucional parece a punto de darle el visto bueno. Los sectores conservadores, probablemente, presionarán en favor de una nueva ley que lo haga imposible. El discurso justificatorio es siempre el mismo: "no tengo nada contra los gays ni contra que vivan en pareja con iguales derechos que los heterosexuales, pero que no le llamen a eso matrimonio". Luego sí tiene algo contra los gays, pues los limita en sus derechos.
La mentalidad homofóbica no puede admitir una familia gay porque cree estar en posesión de la verdad en lo que a la familia se refiere: una unión de un hombre y una mujer con fines de procreación. Pero la historia registra otras formas de familia y en la actualidad también las hay, como la poligamia entre los musulmanes. Está bien que sea la idea católica de familia, pero los católicos no tienen más derecho a imponer a los demás su idea de familia que los demás a imponer la suya a los católicos.
La homofobia es incomprensible.