... y en amor del Señor. Esto de que el Aberri Eguna se celebre el domingo de resurrección tiene varias lecturas. Hay quien señala el catolicismo del pueblo vasco y, desde luego, el del PNV quien siempre se ha visto a sí mismo como un partido demócrata-cristiano, a pesar de la jugada que le hizo Aznar al expulsarlo de la internacional democristiana. Lógicamente, la patria enlaza con un momento solemne de la liturgia, el de la Resurrección: la resurrección de la Patria Vasca.
Habrá también quien diga que los dos, el Aberri Eguna y el Domingo de Resurrección vienen de mitos mucho más antiguos, de cultos como el de Osiris en el antiguo Egipto, el dios de la resurrección, símbolo del Nilo, padre de la nación egipcia. O leyendas como la del ave Fénix. El mito cristiano de la resurrección de Jesús enlaza más directamente con los misterios de Eleusis que celebraban la vuelta de la vida a la tierra en el comienzo de la primavera, a través del mito de Deméter y Perséfone. Después de seis meses de tinieblas, cada año Perséfone retorna a la luz y la vida vuelve a sonreír . Jesucristo reduce la ausencia a tres días, pero los dos retornan del reino de los muertos.
En fin, el Aberri Eguna, la patria, la nación, la identidad, el ser mismo de los vascos en la interpretación del romanticismo nacionalista. Y, por primera vez en ochenta años, dijo ayer Urkullu, en paz. Dado que la fiesta, si no ando errado, tiene eso, ochenta años, es como para pensárselo. Ha habido menos años de paz en el Aberri Eguna que de cierre de las puertas del templo de Jano en Roma.
Por cierto, esa paz ha sido posible por la derrota de ETA; porque, se ponga como se ponga, una derrota ha sido, política y militar. Y esa derrota se consiguió con un gobierno de Rodríguez Zapatero, del que llegó a decirse que quería partir España o venderla a no sé qué o no sé quién. No es por nada, pero la justicia consiste en dar a cada uno lo suyo. Zapatero no es solo el hombre de la crisis; también es el hombre de la paz.
Y en la paz, ¡qué distinto se ve el panorama político vasco! La izquierda independentista, que ha conmemorado unida por primera vez en mucho tiempo, ha descubierto el Mediterráneo de que la acción a través de las instituciones es más eficaz que en contra de ellas y se promete resultados espectaculares en las elecciones autonómicas de 2013. El PNV, a su vez, estando obligado a diferenciarse en algo de una izquierda abertzale claramente independentista, recurre de nuevo a la ambigüedad, disfrazada de pragmatismo. Habla de "nuevo marco político", de soberanismo, pero no pronuncia la palabra maldita, Independentzia y no me parece haberle oído hablar de autodeterminación, que es el caballo de batalla.
El PNV plantea su máxima aspiración en el terreno de la más estricta legalidad lo cual supone que cualquier plan aprobado en el parlamento de Vitoria deberá someterse a las Cortes Españolas, en donde el "no" a toda veleidad independentista o soberanista está garantizado. De ahí su resignación, al extremo de entender la soberanía en términos estrictamente desarrollistas, esto es, soberanía es que mejore la vida de los vascos. Suena al Estado de obras de Fernández de la Mora solo que sin Estado. A su vez la Izquierda Abertzale (IA) está comprobando la trampa de la legalidad que ella siempre denunció pero acabó aceptando. En contra de lo que decía la IA, en España cabe defender todos los proyectos políticos sin excepción. Lo que no cabe es garantizar su triunfo, que depende de muy distintos factores. Y ahí es donde la IA va a tropezar con la piedra que ya encontró el PNV: la legalidad española no permite la autodeterminación de una parte de su territorio.
Palinuro cree que en España debiera estar reconocido ese derecho. Pero Palinuro no es más que un simple marinero incapaz de entender las profundas maravillas y el glorioso destino de una nación que convive con sus partes a cara de perro y que todo lo más que ha conseguido idealizar su vida común es el orteguiano y desencantado conllevarse.
No digo nada sobre el PSE-PSOE y el PPE porque está abundantemente claro que en 2013 pasarán a la oposición frente a un bloque de gobierno nacionalista. Y, si todos los nacionalistas, la IA y el PNV se embarcan en una política de conflicto institucional permanente con la misma tenacidad con que ETA estuvo cincuenta años pegando tiros, será cuestión de ir pensando en alguna solución ingeniosa. ¿No?
(La imagen es una foto de www.larrabetzutik.org, bajo licencia de Creative Commons)