dimarts, 17 d’abril del 2012

Del diario real.

Viernes, 13.


Lo mío es mala pata. Menuda castaña me he dado. Rotura de cadera por tres sitios. He visto las estrellas. Claro, viernes y trece. Tenía que pasarme. Pero, ¡en Bostwana! Los españoles creen que es martes y trece pero porque no se enteran: es viernes y trece. Lo leí en el Código Da Vinci. Lo del trece es lo que no veo. Lo que no vi fue el escalón. ¿Quién lo pondría ahí? ¡Escalones en Botswana! La gente lo quiere todo. Pero bueno, adiós safari, con lo interesante que estaba. Sobre todo por Corinna, porque sus invitados/clientes son unos plastas que solo saben hablar de negocios. He hablado con D*, el jefe de mi real casa. Me han traído en un jet privado de uno de esos millonetis, que se han quedado allí pegando tiros. Y yo, al hospital. Verás tú la cara de la reina. Lo que más me fastidia es lo que dicen todos siempre: Juanca, no estás ya para esos trotes. ¡Sabrán ellos lo que es tener sangre en las venas! Corinna es la única que me entiende y a la que entiendo. Me han operado, he quedado muy bien y mañana o pasado, dice el doctor que podré caminar sin problemas y hasta dar carreras por el pasillo. No me niego, pero será con cuidado pues parece que no aprendo.


Sábado, 14.


¡Vaya! Tenía que ser el aniversario de la Rep., con el país lleno de banderas tricolores, y todos los vejetes contando sus batallitas. Al difundirse la noticia ha cundido la perplejidad. Eso, yo, lo huelo. Las cabezas pensantes no saben qué pensar y las bocas hablantes qué hablar. Creo que los supero. Y eso que llevo una racha. Lo de Urdangarin es como una carga de profundidad y ahora vengo yo a que me pongan una prótesis. Para cuando recuperen el habla e il pensiero he de tener preparada alguna historia. A ver qué cuenta D* y por dónde salimos. ¡Maldita transparencia! Quieren saberlo todo. Y mira que hay cosas importantes por el mundo. Se lo dije a Rajoy cuando le dio por hacer una ley de trasparencia: oye, ten cuidado. Pero el gallego estaba lanzado a dar ejemplo, decía. Está insoportable. Nerviosísimo. Tiene no sé qué problemas y quiere que le resuma todo mi viaje y qué hacía en Botswana. Y estoy seguro de que no sabe en dónde está. ¡Ah, mi Botswana, con el inmenso desierto del Kalahari! Ahí se expande mi corazón y no en las pejiguerías del protocolo en La Zarzuela. Ya no me duele nada la cadera. Pero me zumban los oídos de lo que estarán diciendo en las tertulias y en las teles. Ya me lo imagino: ¡el aniversario de la austera Rep. y el Rey zascandileando con los negros. La gente tiene mala uva; sobre todo los míos. Enseguida quieren que me vaya. Parece que soy molesto. Y dicen estarme agradecidos por los servicios que he prestado a la democracia. Pues vaya forma de manifestarlo. No quiero hablar mal de la Rep, es historia de España, pero si Franco dio al país 36 años de paz, yo he añadido 37, uno más ya. Y eso tendrá que contar. Franco y yo somos muy diferentes. El era frío y distante mientras que yo soy apasionado y próximo. Por eso me quiere la gente que, cuando me conoce, dice "¡es como tú y como yo!", que ya quisiera.


Domingo, 15


La tormenta está en su apogeo. Tengo al país entero discutiendo mi caso. Ruge la marabunta. A ver cómo salimos de esta. Han venido los Príncipes de Asturias con sus hijas. Están preciosas. Es una pareja feliz y Felipe, un gallardo mozo. He hecho solemne trasmisión de poderes protocolarios. Me representa en los asuntos de trámite: ejecutivos de multinacionales, príncipes árabes, ágapes con escritores para premios literarios. Me parece que toca el Cervantes. Le he dicho que la Patria espera de él este sacrificio. Se ha cuadrado con lágrimas en los ojos y está ya ejerciendo sus altas funciones. Lo hace muy bien, según me dicen y Letizia, de cine. Esta chica nació para princesa. Mala suerte con esta mar de fondo. Vaya artículo que se ha largado Zarzalejos. Estos periodistas son de la piel de Satanás. Sobre todo los nuestros, como siempre. Porque si sale Anguita diciendo que hay que echarme a patadas e instaurar la Rep., está dentro del guión. Pero la prensa adicta es más dura de pelar. No queda lealtad a la institución ni a sus símbolos, entre ellos, yo. Los dos partidos dinásticos están portándose. A regañadientes colaboran aplacando los ánimos, aunque se ve que no les gusta. Y eso que tampoco ellos son un prodigio de pureza, sobre todo el PP. Si lo sabré yo. O por lo menos, Urdangarin. Pero los otros están echando las muelas contra mi real persona. Los radicales igualitaristas, otra vez con la cantinela de lo anacrónico de la institución. Se les han sumado los ecologistas y los amantes de los animales a cuenta del elefante y yo, encima, presidiendo el WWF, la vida salvaje en el mundo. Ya he visto que algún cortesano justifica mi cargo en la ONG animalista y lo hace explicando que el hecho de cazarlos demuestra mi amor por los animales. Tengo que preguntar cómo se llama y lo hago marqués de Trolandia. Menos mal que la reina no vuelve hasta mañana, lunes. Hay que prepararse anímicamente para ese encuentro de "ya te lo dije yo" y "esto tiene que cambiar". Me ha llamado Putin, haciéndose el gracioso. La gracia de este es como la del témpano o la salamandra. Dice que siempre me irá mejor con los osos. También ha llamado Berlusconi, otro gracioso bastante plebeyo pero podrido de millones. Estos del gobierno están al borde del infarto. Son unos principiantes. Me parece que se han metido en un lío con Cristina Fernández, la de la Argentina y, aunque no me entero mucho porque bastante tengo con lo mío, he oído por ahí hablar de Las Malvinas. Lo que no sé es cómo pretenderán estos llegar hasta allí. También ha venido Helena, que tiene a Froilán en otro hospital herido de un tiro en un pie. Parece que el niño va mucho mejor. Me alegro. Cuando vea a Marichalar le preguntaré, pero está el personal muy nervioso con nuestra afición a las armas de fuego.


Lunes, 16.


El cielo ruge sobre nuestras cabezas; especialmente la mía. Aquí todo el mundo opina sobre mi vida privada, si tengo derecho a tenerla y perderme por ahí o no; si he de informar de todos mis pasos al presidente del gobierno o no. Es una pasada. Siempre hay alguien que sabe en dónde estoy. ¿Por qué tiene que saberlo todo el mundo? Un rey es un rey y no la estatua de la Cibeles. Les cuesta entenderlo. Los de mi casa en La Zarzuela andan a la gresca con los de La Moncloa sobre lo que sabían o no sabían. Esto es un quilombo. El presidente del gobierno está como noqueado. Acarrea sobre los hombros una prima de riesgo que lo abruma y no sabe a dónde ir para librarse del peso muerto de la dama. Tiene la bolsa por los suelos y todos expectantes a ver qué más va a hacer para propiciar a los mercados. Y luego llego yo y le echo encima un elefante con lo que el hombre apenas respira. El líder de la oposición ha dicho que vendrá a cantarme las cuarenta pero en privado. Se le agradece. Es un caballero. Pero después están todos los demás armando bulla, incluso en los partidos dinásticos. Todos quieren saberlo todo: que a qué fui, por qué, a qué costo, quién sufragó el viaje y la estancia, quiénes eran las otras escopetas, en dónde me alojé, cómo, en dónde estaba el fatídico escalón. Algunos ya han localizado Botswana (que se escribe Bostuana) y han visto el Kalahari del Rey León que, en fin... Parece que la Argentina ha resultado arisca, estilo Evita y estos del gobierno no saben qué hacer. Rajoy ha salido corriendo y ha dejado al de Exteriores y al de Industria a hacer frente a la tormenta. Otra vez tenemos a la Patria en danza y yo, que puedo andar con muletas, en realidad postrado. De eso se aprovecha Cristina, de que hay un vacío de poder aquí, como se aprovechó Hassán II con el vacío de la muerte del Caudillo. Las portadas de la prensa adicta baten tambores de guerra, están bien. En efecto, vamos a nuestras Malvinas antes que seguir dando vueltas al elefante. Pero la de El País trae un petardo en la sotabarba que a ver para dónde apunta. Ese asociado de Urdangarin, Torres. Ya le dije a Iñaki que mirara con quién andaba. Me lo decía mi padre: lo básico en la vida son las compañías. Lo tengo clarísimo. Por fin vino la reina que llegaba de Atenas que a estas alturas debe de ser un lugar tremendo y venía muy descansada. Estuvo muy correcta, se interesó por mi percance, me deseó pronta recuperación y se marchó a sus asuntos, dejándome pensando en los míos, que son los de la Patria.