Más de dos horas ha durado el recuento que ha dado la victoria a Rubalcaba por 487/465. Y durante esas dos horas, el país entero estuvo esperando el resultado, como si se tratara de una elección del colegio cardenalicio. Una prueba más de lo que dice Palinuro de que el congreso ha sido un éxito mediático para el PSOE, del que hay pendiente mucha más gente de la que él mismo sospecha y sus adversarios quisieran.
Una diferencia tan ajustada de votos impide hacer ninguna valoración en términos de diferencias entre uno y otra candidata o de razones por las que uno ha ganado y la otra no. 22 votos de un total de 956 equivale a una diferencia de 2,3 puntos porcentuales que bien podrían haber sido a la inversa quizá por razones puramente fortuitas. Los dos candidatos llegaban al final muy igualados porque habían hecho campañas civilizadas y respetuosas, con lo que no había manera de destacar a uno sobre otro. Es el precio que hay que pagar por la democracia: se toman las decisiones, pero el griterío se queda en casa. En todo caso, corresponde dar la enhorabuena a ambos candidatos. Han sido ejemplares.
Ahora el nuevo Secretario General tiene ante sí el reto de su vida: reunificar el partido (cosa relativamente fácil pues la división ha sido coyuntural por las elecciones); levantarlo (cosa más difícil con los últimos dos batacazos electorales y el que puede recolectar en Andalucía); y llevarlo a las cotas de 1982 (cosa aun más difícil porque ya no son aquellos tiempos) y en el plazo de una legislatura porque, si pierde las elecciones de 2016, tendrá que repensarse qué hace.
Sabido es que la victoria tiene muchos padres y la derrota ninguno, pero el programa de Rubalcaba debe recoger en lo que pueda el de Chacón porque, al fin y al cabo, casi la mitad de su partido ha apostado por ella y esos afiliados y militantes merecen la misma atención que los votantes de Rubalcaba en proporción a su número. En lo que afecta a Palinuro, este aconseja al nuevo Secretario General inaugurar su mandato dando forma a lo que muchas veces ha repetido durante la campaña electoral, en lo esencial, tres cuestiones que debieran ser su compromiso desde el mismo principio y hasta el final:
1ª) Dejar muy claro que se opondrá con uñas y dientes a todo retroceso de derechos y libertades de los españoles que pretenda el gobierno de la derecha en cualquier campo y que, llegado el momento, derogará todas las medidas restrictivas que el PP pueda haber aprobado.
2ª) Denunciar el Concordato con el Vaticano, anular los acuerdos con la Santa Sede de 1979 y completa y definitiva separación entre la Iglesia y el Estado en todos sus ámbitos, en especial, el económico.
3ª) Formular una política económica neokeynesiana para salir de la crisis como parte de un programa común de la socialdemocracia europea de reconstrucción del estado del bienestar y refundación del capitalismo.
Con esos tres puntos debidamente desarrollados puede el PSOE aspirar a ganar las próximas elecciones cuando sean.
(La imagen es una foto de La Moncloa.es en el dominio público.