Les ha salido de cine a los socialistas la renovación. Con los mil ojos del Argos de los medios concentrados en el congreso de Sevilla, han dado un ejemplo de cambio democrático y civilizado. No ha habido tensiones graves ni fracturas y hasta en el aspecto humano se han ganado un aplauso los dos candidatos por su elegancia en el trato mutuo.
Hablábamos ayer de anécdotas. Todas se concentraron en una: la duración del recuento. Dos horas para contar 956 votos mientras los delegados que los habían depositado esperaban en el auditorio dieron pie a todo tipo de cábalas y rumores. Hasta se temió un empate y muchos cayeron entonces en la cuenta del error de tener un número par de delegados. En el hashtag #38congresopsoe (ahora hay que mirar siempre Twitter cuando se quiere saber cómo va algo) menudeaban las hipótesis y comentarios, muchos humorísticos. En el eskup de El País el plumilla de guardia no sabía qué escribir. Entre tanto, todas las redacciones digitales con las dos biografías, la de Rubalcaba y la de Chacón, preparadas para colgarlas al saberse la noticia. Tengo para mí que emplearon el tiempo en ponerse de acuerdo en cómo actuarían al conocerse el resultado. Por eso les salió tan espontáneo; porque lo habían preparado.
Rubalcaba está en el penúltimo peldaño de una larga carrera política. De él se podrán decir, y se dirán, muchas cosas menos que carezca de experiencia y experiencia valiosa. Haber sido el ministro del Interior que acabó con ETA es suficiente para legitimarlo. Ahora le toca algo también muy difícil: levantar un partido que acaba de sufrir dos amargas derrotas electorales y todavía puede sufrir otras dos en Andalucía y Asturias.
Rubalcaba es un veterano y sabrá qué hacer pero, como opinar es gratis, Palinuro lo practica con frecuencia y este es un buen momento. El nuevo Secretario General tiene cuatro años de oposición en los que deberá preparar su partido ideológica y orgánicamente para ganar las elecciones generales de 2015. En cuanto a la ideología, el asunto está muy claro por lo que Rubalcaba ha dicho repetidas veces: reconstruir la socialdemocracia. Para esto, Palinuro se remite a sus tres propuestas de ayer como eje vertebrador: 1º) defensa de derechos, libertades y Estado del bienestar; 2º) separación de la iglesia y el Estado; y 3º) elaboración de un programa socialdemócrata europeo para conseguir una salida de izquierda de la crisis. De todo ello y de más en este terreno tienen que ocuparse las fundaciones del PSOE, especialmente la Fundación Ideas, que deben actuar como think tanks. Hace ya muchos años que el socialismo ha descuidado la perspectiva teórica, acuciado por un pragmatismo gubernamental y ahora tiene un largo trecho por recorrer. La teoría no se inventa. Hay que elaborarla.
Orgánicamente el partido necesita una sacudida de arriba abajo. Es llamativo que el PSOE tenga menos de la cuarta parte de mlitantes que el PP. Es casi como si quisiera convertirse en una máquina electoral al servicio de un partido de cargos. Que quizá no sea mala idea, pero sería preciso debatirla. De momento está claro que la baja militancia es un efecto de la financiación pública de los partidos que, al tener los ingresos más o menos asegurados, no necesitan hacer campañas de afiliación. Mientras se decide la cuestión, lo sensato es procurar nuevos militantes y, con ello, rejuvenecer el partido. Al propio tiempo cabe explorar formas nuevas de adhesión, innovar en el modo en que el PSOE se relaciona con la sociedad. Al menos es lo que creo entender cuando Rubalcaba habla de "abrir el partido a la sociedad". Aquí lo lógico parece ser explorar las posibilidades que ofrece el ciberespacio para este tipo de pretensiones.
En todo caso, la tarea del PSOE es diferenciarse claramente de la derecha (con la que se le ha asociado a raíz de las políticas económicas neoliberales del Gobierno de Zapatero II) y de la izquierda a su izquierda, de la que se llama a sí misma izquierda transformadora y cuya cabeza visible es IU. La diferenciación sólo puede hacerse, de nuevo, mediante la clarificación de un proyecto socialdemócrata hoy por hoy muy confuso. La socialdemocracia, en cuanto gestión alternativa del capitalismo debe ser opuesta a la gestión neoliberal de la derecha, cosa que se ha perdido en gran medida a causa de la crisis.
La socialdemocracia es también el elemento distintivo frente a esa otra izquierda que se llama a sí misma transformadora sin haber conseguido transformar nada en los últimos 35 años y que también puede llamarse radical o revolucionaria, pero solo de puertas para dentro.
Un partido socialdemócrata con un programa socialdemócrata y cuatro años para convencer al electorado español y para hacer casa común los socialdemócratas europeos.