Una de las críticas más frecuentes y más amargas que se hacen a Zapatero es que ha afrontado la crisis con medidas neoliberales, haciéndosela pagar a los más desfavorecidos. De aquí se sigue que el mentado se ha hecho neoliberal y, con él el PSOE entero. Por eso se dice que PSOE-PP, la misma mierda es. No sabemos con exactitud qué efecto en términos de votos habrá tenido esta queja. En las recientes elecciones autonómicas y municipales, IU ha aumentado su voto en algo más de 200.000 papeletas mientras que el PSOE ha perdido más de millón y medio de votos. El PP ha ganado más de medio millón. En resumen si el voto "desertor" del PSOE dio pábulo a la crítica del giro neoliberal del PSOE, desde luego no ha ido a IU; y tampoco por supuesto al PP, aunque es de suponer que éste haya recibido más votos antiguos del PSOE que la coalición de izquierda. La inmensa mayoría de los "no votantes" socialistas se quedó en casa.
Ahora bien, si la crítica resultara injusta, ¿cabría esperar que esos abstencionistas críticos reconsideraran su actitud? Espero que sí, sobre todo porque demostrar esa injusticia es relativamente sencillo.
En primer lugar, la crítica ignora la anterior legislatura de Zapatero, en la que hubo una serie de avances legislativos en derechos de las mujeres, de los homosexuales, en igualdad de género, en cuestiones de dependencia, de la memoria histórica y reformas estatutarias que ningún espíritu de izquierda puede pasar por alto. Esa legislación progresista se mantuvo en la segunda legislatura aunque, dadas las circunstancias, más atenuada y timorata; ejemplo la ley de la muerte digna. Es cierto que en algunos aspectos este impulso izquierdista del gobierno ha desaparecido, en especial todo lo relativo a la iglesia católica, ante la cual el gobierno ha cedido de plano, al no tocar ninguno de sus privilegios, aumentar su cuota de asignación en el IRPF y aplazar ad calendas la ley de libertad religiosa. Un fallo muy revelador del poder de la Iglesia en España y que habrá de tenerse en cuenta en el futuro. Pero es claro que no puede empañar los avances legislativos en su conjunto en materia social. Si algún gobierno ha llevado adelante el principio de igualdad de género ha sido el de Zapatero. Eso es algo que ninguna mujer, sea de izquierda o de derecha, debiera olvidar.
La crítica de conversión al neoliberalismo, sin embargo, se orienta a la política económica. Quede de lado la cuestión de si es sensato inducir de unas medidas a todas luces extraordinarias, dictadas por las circunstancias, un giro ideológico del presidente del Gobierno o de su partido. Y teniendo en cuenta que se tomaron a partir de mayo de 2010, tras dos años de aplicación de políticas keynesianas anticrisis, dentro del ideario socialdemócrata tradicional.
Aunque la derecha sostiene que esas medidas se tomaron demasiado tarde (todo keynesianismo, para la derecha, es perder el tiempo), la realidad demuestra que, al contrario, se tomaron con muy oportuna prontitud. Esta es una conclusión a la que es justo llegar viendo lo que estaba pasando entonces en Grecia, pasó luego en Irlanda y Portugal, ha seguido pasando en Italia, Bélgica y estaba comenzando en Francia. Es decir, las medidas fueron mejores o peores, pero se tomaron a tiempo y el gobierno actuó con una celeridad que probablemente salvó al país del "rescate".
Vamos a si fueron mejores o peores. Debate estéril porque eran las únicas que podían tomarse dadas las circunstancias interiores y exteriores. En las interiores, era verdad que el sistema financiero era sólido; el bancario. No se contaba con la situación de las cajas, muy comprometidas con la burbuja inmobiliaria generada por la política de liberalización del suelo de Aznar. Y tampoco con los ayuntamientos entrampados hasta las municipales cejas a cuenta de esa misma burbuja. En cuanto a las exteriores el asunto es claro. España no es un país plenamente soberano. Ninguno en la UE lo es, sobre todo los de la zona euro. Ciertamente, unos (los más pobres) lo son menos que otros (los más ricos) y España está entre los dos, tirando a pobre. Y esta falta de soberanía, falta de libertad de movimientos en un mercado que impone sus reglas tampoco puede ignorarse. De forma que las medidas del gobierno español están en línea con las que se han visto obligados a tomar todos los miembros de la zona euro: reducir gastos. Se puede discutir si la renuncia a aumentar ingresos por la vía fiscal es o no acertada; Palinuro cree que no y que, igual que los impuestos han venido reduciéndose en los últimos años, especialmente a empresas y rentas altas, ahora está justificado que aumenten, sobre todo en un país con más de cuatro millones de parados en el que las grandes empresas defraudan 42.700 millones de euros al año. Pero ese aumento de ingresos no impediría la necesidad de reducir el gasto si el país quiere cumplir con el compromiso del déficit libremente aceptado en la UE. Cabe pensar que también puede España salir de la zona euro, pero no es una propuesta que tenga muchos partidarios. Así las cosas, sin alternativas reales a la necesidad de reducir el déficit, la acusación de neoliberal a la política económica de Zapatero no lleva a ninguna parte. Eso sin contar con que, comparado con el neoliberalismo de papel de lija allí donde la derecha gobierna (Inglaterra, Portugal, Italia) el español es de papel seda. La diferencia se verá si gana el PP las elecciones por mayoría absoluta. Será la hora de las medidas valientes, esas que la derecha está siempre exigiendo a Zapatero, señal de que no las ha tomado y, sin embargo, en comparación con otros, los resultados son aceptables.
Hay también una crítica más alargada, procedente de la llamada izquierda transformadora (IU y organizaciones a su izquierda, que son bastantes) según la cual acusar al PSOE de giro neoliberal es absurdo porque lo ha sido siempre desde el momento en que hace mucho que aceptó el modo de producción capitalista y renunció a substituirlo por otro. Eso es no entender qué sea la socialdemocracia. En efecto, ésta no postula revolución alguna ni quiere substituir el capitalismo por otra cosa; quiere regular y humanizar el mercado y aumentar la democracia para que haya más justicia social, más igualdad y más libertad. Y ahí es donde la crítica del giro neoliberal es especialmente injusta puesto que el neoliberalismo abomina de la justicia social (véase Hayek), lo de la igualdad le parece "envidia igualitaria" (lo que pensaba Rajoy en sus años mozos) y por libertad sólo entiende la de depredación.
Es razonable revisar una apreciación injusta y actuar en consecuencia. A su vez, si el PSOE quiere recuperar el voto desafecto tiene que mostrar que ha entendido el mensaje. Pero no limitarse a decir: hemos entendido el mensaje sino detallar las medidas que piensa tomar para realizarlo. Y en ese mensaje tiene que estar el grueso de las peticiones del 15-M.
(La imagen es una foto de World Economic Forum, bajo licencia de Creative Commons).