La decisión de intervenir militarmente en Libia se ha retrasado algo respecto a lo que suponía Palinuro en la entrada del 1º de marzo titulada En puertas de la intervención armada, pero ya se ha tomado. En este momento puede haber aviones estadounidenses y/o franceses bombardeando las posiciones de Gadafi. El conflicto libio se ha internacionalizado con la abstención de los rusos y los chinos que, pudiendo pararla, no lo han hecho. Cuando se diga que los gringos han montado otra bronca en otro lugar del planeta, debe recordarse que estuvo en la mano de la China y Rusia evitarlo. Porque en esto, al menos, se diferencia la administración de Obama de la anterior, en que ha ido a buscar el mandato de las Naciones Unidas antes de ejercer de pacificador (como el Colt que conquistó el Oeste) mientras que en la anterior la decisión de invadir el Irak la tomaron dos cuates en una isla con un español al lado ejerciendo de Matamoros. Algo es algo.
El retraso en la intervención armada ha tenido además dos razones de peso. De un lado la diplomacia se ha movido para conseguir el apoyo de la Liga Árabe a las acciones militares contra Libia; lo cual, aunque seguro, lleva su tiempo. De otro, se ha jugado a la posibilidad de que los rebeldes triunfaran y se deshicieran de Gadafi como fuera. Entre tanto se congelaban todos los activos del Padre de la Patria en Suiza, Inglaterra, España y se daba cierto reconocimiento de derecho al Consejo Nacional rebelde. Solo cuando se ha dispuesto del visto bueno de los hermanos árabes y se ha comprobado que los rebeldes no pueden hacer frente a Gadafi, se ha puesto en marcha la maquinaria de la intervención en cuyas consecuencias políticas nadie quiere pensar. Los mandos descartan una invasión por tierra pero, hasta la fecha, nadie ha conseguido controlar un país desde el aire. Hay que ocuparlo.
Tras un primer momento de desconcierto, ya que creía contar con el apoyo de sus aliados occidentales, el lider bienamado del pueblo reaccionó en el frente militar y en el político con muy distintos resultados. En el frente militar ha arrasado a los rebeldes a sangre y fuego. En el político no ha dicho más que disparates. En un primer momento animó a los jóvenes portugueses a alzarse contra su gobierno, lo que puede salir o no pero tiene su lógica. A continuación se comparó a sí mismo frente a Bengasi con Franco frente a Madrid en la guerra civil. Franco no es una referencia positiva en Occidente. Además, aunque Gadafi parece saber algo cuando dice a la población bengasí que es su Quinta columna, en realidad muestra una ignorancia supina ya que Franco tardó casi dos años y medio en entrar en Madrid.
Tampoco la referencia a la Quinta columna remite a ningún tipo de noble sentimiento puesto que el mismo truhán amenazaba con que si los rebeldes no se rendían en horas, bombardearía Bengasi a mansalva, incluida la Quinta columna. Claro que eso era lo que hacía Franco a su vez, si bien este dirigía sus baterías de preferencia a los barrios populares.
El último disparate de Gadafi, rayano en la demencia, es amenazar la libertad y seguridad de la navegación civil en el Mediterráneo. Parece como si, cegado por los dioses, quisiera dar motivos a sus enemigos para aniquilarlo: motivos humanitarios, pues masacra a su población; motivos ideológicos, pues se compara con Franco; y motivos económicos, pues amenaza los negocios.
Mucho peor es el hijo del lumbrera, Saif el Islam, cuyo nombre al parecer significa La espada del Islam y que está de la cabeza como ese nombre indica. Otro que mezcla la vileza moral con la mera estupidez. Por un lado amenaza con que, si triunfan los rebeldes, el siguiente país en ser invadido por oleadas de inmigrantes y por terroristas será Italia, puerta de Europa. Es decir, este joven valor quería vender su inapreciable misión de portero de noche frente a la invasión de los bárbaros, su propio pueblo. Por otro afirma que su padre financió la campaña electoral de Sarkozy, cosa que este niega. Tanto si es cierto como si no, decirlo equivale a ganarse la intervención francesa.
Desencadenada la intervención militar las posibilidades de Gadafi son muy reducidas ya que sus milicias no cuentan con otro armamento que el que él pueda comprar en los países con los que está en guerra. No es fácil encontrar armamento pesado en el mercado civil de armas que se concentra en las armas ligeras y menos lo es enfrentarse con ellas a una invasión.
(La imagen es una foto de B.R.Q, bajo licencia de Creative Commons).